Marcela Laguna, asesora en biodiversidad y género de la FAO en México, señaló que los megaproyectos agroindustriales han sido un lastre para las comunidades indígenas / Dijo que 370 millones de personas en el mundo son indígenas, un cinco por ciento de la población  mundial, y que claramente están bajo el blanco de procesos de exterminio, desaparición y colonización, y una sobre representación en los índices de pobreza, representando del 15 por ciento de la población mundial en este rubro.

Por: Ronny Aguilar

CAMPECHE, Cam.  20 de septiembre de 2017.- La doctora Marcela Laguna, asesora en biodiversidad y género de la FAO en México, señaló que la libre determinación de los pueblos y la soberanía alimentaria van de la mano, y expresó que los megaproyectos agroindustriales han sido un lastre para las comunidades indígenas.

La experta en temas de alimentación, medio ambiente y género, indicó en su visita a Mérida, Yucatán, que la seguridad alimentaria tiene varios pilares o sustentos, uno de ellos es la disponibilidad de alimentos, es decir, que haya producción, pero también que haya acceso.

“Los alimentos pueden estar ahí, podemos lograr tener metas de producción pero no todas y todos podemos tener acceso y esto dependerá del combate a las desigualdades. No podemos pensar que vamos a producir alimentos de calidad, cantidad, con acceso y disponibilidad e inocuidad, bajo un modelo de desarrollo que no respete ciertos principios”, expuso.

Explicó que para la FAO, las comunidades indígenas son muy valiosas para la búsqueda de soluciones a los problemas de seguridad alimentaria a nivel mundial, siendo que 370 millones de personas en el mundo son indígenas, un cinco por ciento de la población  mundial, claramente bajo el blanco de procesos de exterminio, desaparición y colonización, y una sobre representación en los índices de pobreza, representando del 15 por ciento de la población mundial en este rubro.

“Los pueblos indígenas, además de ser los más pobres entre los pobres, tienen características como analfabetismo, bajos niveles de educación, representando no sólo a los pobres rurales sino a los urbanos, con procesos de migración de personas indígenas a las ciudades a través de procesos de integración en actividades que generan ingresos, pero estos ingresos son bajos, y en los niveles de alta explotación nos da como resultado que los indígenas sigan viviendo en niveles más bajos de pobreza que la población indígena”, refirió.

“En México, el 10 por ciento de la población es indígena, la FAO reconoce que representan el 80 por ciento de la salvaguarda de la biodiversidad del mundo, aportando el mayor porcentaje de los alimentos que hay disponible, formando el 60 por ciento de la dieta mundial”, abundó.

“La FAO reconoce el aporte de las comunidades indígenas hacia la soberbia alimentaria, pero que esto no puede ser posible sin el reconocimiento y el pleno goce se sus derechos particularmente el derecho a la libre determinación”, precisó.

Asimismo, planteó que las formas de aprovechamiento de las comunidades indígenas pueden enseñar mucho sobre conservación del medio ambiente, el cultivo sostenible de alimentos y la vida en armonía con la naturaleza y, como ejemplo, señaló que no es la pequeña agricultura la que tala, desmonta y contamina los ríos, sino el modelo de desarrollo agroindustrial, esto aun cuando son los pequeños productores lo que generan el 60 por ciento del alimento mundial.

“Las prácticas agrícolas de las comunidades indígenas son residentes al cambio climático, el hecho de la selección de la semilla con grandes características de adaptabilidad, técnicas que se adaptan a entornos extremos, son prácticas que nos ayudan, son sistemas adecuados en toda la biodiversidad ambiental y que pueden ser la base para retomar y enfrentar el cambio climático y los fenómenos meteorológicos”, externó.

Por otra parte, también hizo mención de uno de los problemas de alimentación más importantes en México, que ya no solo es la desnutrición sino el sobrepeso y la obesidad, derivado principalmente en los cambios de las dietas debido a un occidentalización de los alimentos, con el consumo de alimentos de alto valor calórico pero que no proporcionan nutrientes sino grasas, sales, azucares, etc.