NacionalMás de 142 millones de hectáreas degradadas en México

Paginabierta05/12/2016

El Colegio de Posgraduados asegura que están erosionadas dos terceras partes del territorio nacional, la erosión puede ser leve, intensa o severa, y propone la creación de una Comisión Nacional del Suelo. En EU, se creó hace 70 años

CIUDAD DE MEXICO, 5 de diciembre del 2016.- Por acuerdo de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el cinco de diciembre se instituyó como Día Mundial del Suelo, en un esfuerzo por establecer una plataforma global para crear y reforzar la conciencia de la necesidad de conservar e incrementar la calidad de los suelos. De ello depende la alimentación y el medio ambiente de la humanidad que, este año, cuenta con siete mil 400 millones de personas.

En el caso de México, estudios edafológicos especializados del Colegio de Posgraduados, indican que la degradación de suelos por erosión del viento y escurrimientos desordenados del agua, alcanza una superficie de más de 142 millones de hectáreas (dos terceras partes del territorio nacional), donde el factor humano ha jugado un papel muy importante.

Ese alto grado de degradación de suelos, apuntó, se manifiesta de manera física, química y biológica, y se refleja en el cambio climático y en la severa y creciente escasez de agua y alimentos.

Sobre la importancia de emprender acciones que permitan aumentar, conservar y fortalecer en México la calidad de los suelos, sobre todo en regiones donde se practica una agricultura intensiva y un esquema de pastoreo de ganado mayor y menor por encima de su capacidad de recuperación, el Colegio de Postgraduados ofreció una conferencia sustentada por el investigador Manuel Anaya Garduño, experto en manejo de suelos y estudios de gran visión en desertización y aprovechamiento de agua de lluvia.

Consideró que han hecho falta políticas públicas para la vigencia y ejecución plena de leyes, dependencias federales y estatales especializadas, programas y proyectos encaminados a evitar que millones de toneladas de suelos fértiles se desplacen cada año por fenómenos, como la erosión del viento y el agua, la deforestación y destrucción de la cubierta vegetal, en donde mucho tiene que ver el factor humano.

En México, tenemos más de 70 años de retraso en materia de protección de los suelos. Este es el tiempo comparativo desde que en 1937, en el vecino país del norte se formó la Comisión Nacional del Suelo.

Fue hasta 1959 que se formó en nuestro país la Sociedad Mexicana de la Ciencia del Suelo, y en el mismo año, se creó, en el Colegio de Posgraduados, el postgrado en la especialidad, frente a la preocupación de que “la velocidad de degradación del suelo es cientos de veces mayor que su recuperación y rehabilitación a nivel mundial y nacional”.

Frente al deterioro progresivo en la mayor parte de las tierras dedicadas a una agricultura intensiva, al pastoreo que degrada la cubierta vegetal y al uso de fertilizantes y agroquímicos que demeritan la calidad de la capa superficial de las tierras agropecuarias, en el ámbito de la Alianza Mundial por el Suelo, la FAO apoyó en junio de 2013 y en diciembre del mismo año, durante la 68ª Asamblea General de la ONU, declarar el cinco de diciembre como “Día Mundial del Suelo”.

La creciente y progresiva baja de la calidad de los suelos en la República Mexicana, se refleja en la reducción de los índices de productividad, sobre todo en las zonas consideradas de temporal, donde en maíz, por ejemplo, de acuerdo con información de la Sagarpa, el rendimiento promedio es de 2.5 toneladas por hectárea, mientras que en frijol, los rendimientos apenas llegan a 300 kilogramos por hectárea. Esto explica que haya pobreza por efecto de la baja calidad de suelos. El reto en estas zonas, es alcanzar rendimientos del doble en ambos cultivos.

En la actualidad, la degradación de los suelos en México ha alcanzado proporciones muy importantes, en cuanto a su extensión, su intensidad y el costo que conlleva su recuperación. Estas condiciones, a su vez, aumentan los costos de producción agrícola, pecuaria y forestal y empobrecen a la población rural, hasta el punto de provocar su migración a la periferia de las ciudades o al extranjero.

Puntualizó que la capa arable del país muestra una reducción preocupante. “Es el capital en los esfuerzos de los productores por hacer producir la tierra”, añadió, “para recuperar de 15 a 20 centímetros de suelo, se requieren muchos años, que pueden ser tantos como una o dos generaciones”.

Se requiere que las autoridades del sector agropecuario creen nuevamente el área de conservación del suelo y agua, lo que implicaría aumentar notablemente una infraestructura que se ha perdido. Debemos emprender acciones conjuntas entre autoridades, investigadores del suelo y, de manera muy importante, de los productores.

Señaló que es tiempo de realizar una valoración sobre la importancia social, económica y sobre la conservación ambiental.

 

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