CulturaA toda sangre/Leer a Alma Guillermoprieto

admin27/12/2015

26alm Por Braulio Peralta SemMéxico Ella va, pregunta, investiga, se documenta, estudia el paisaje latinoamericano como una voraz amante de su raza en esos 23 países de habla castellana y portuguesa –incluidas las lenguas perdidas que alguna vez, con sus indios delante, fueron imperios–; latinos que básicamente piensan y viven en la misma desigualdad, pero que no hablan igual en sus giros idiomáticos, en sus albureos, en un sinfín de frases que se entienden en Buenos Aires, pero no en la Ciudad de México; que se cuchichean en Lima, pero se malinterpretan en Caracas; aquí, el continente donde el idioma castellano ha adquirido la fuerza que se ha perdido en la antigua España, con todo y su presunta modernidad. Ella, que ha sido bailarina, hace danzar a las palabras ante nuestros ojos y en nuestro pensamiento, con la adrenalina atragantada, porque la cocaína corre a raudales en Colombia y no cesará el negocio mientras los Estados Unidos tengan consumidores y México ahora esté en primerísimo lugar de exportación de drogas. Ella, la que hace que los cubanos se burlen de sí mismos–y de Fidel Castro, con todo y sus “susurros de voz de papel plateado”. Burla que ya venía desde los años 70, cuando ella, a quien la danza le dio la vida, le quitó la vida, pero también le devolvió otra vida, al descubrir el periodismo de aquellos años. Quizá no importe de donde sea porque a los mexicanos les gustan otros nombres para oficiar idolatrías. Estamos tan ombligados a la tierra que es difícil mirar fuera y no ver lo nuestro. Pero digamos que ella abandonó México para irse con su madre a Nueva York. Que ya en México estudiaba danza con Guillermina Bravo y en la antigua Ciudad de Hierro arrancó clases de nueva cuenta con Martha Graham, le siguió con Merce Cunningham y Twyla Tharp. He aquí la descripción de su futuro, con su propio lenguaje: “Fue en esos días de ensayo en el Metropolitan de Merce, parado con los pies muy juntos y la cabeza ladeada, me comentó una tarde al terminar la clase de avanzados, que existía la posibilidad de un contrato como profesora de danza en Cuba. A otra persona le hubiera parecido que le acababan de obsequiar un ramo de flores…Yo sentí que me habían vaciado un balde de agua hirviente y helado a la vez. Merce no se había acercado para decir ´quiero que bailes conmigo´ sino ´hay una chamba a mil kilómetros de aquí que te puede interesar´…Como cualquier muchacha que se mete a bailar, no tenía el menor interés en ser mediocre…Era un hecho: jamás alcanzaría el virtuosismo técnico…De Merce ya había recibido la oferta…De Twyla no tenía más que su habitual indiferencia…Una tarde después del ensayo, me quedé haciendo tiempo en el estudio…Twyla terminaba de guardar su ropa de práctica…Le dije que me habían ofrecido una plaza como maestra de danza en Cuba…Sin dejar de amarrarse el zapato, alzó la vista un momento. ´Yo que tú, aceptaba…No vas a lograr nada quedándote acá´”. Así, con la crueldad con la que se desnuda profesionalmente a sí misma es con la que escribe puntillosamente sus reportajes sobre América Latina. Sí, se hizo periodista después de su fracaso como bailarina. Ella es Alma Guillermoprieto: una mexicana que escribe en inglés, un idioma que mamó desde niña. Un inglés complejo: utiliza términos y frases coloquiales que vienen de su voraz lectura de los clásicos norteamericanos e ingleses. Para aquella niña bailarina, después de la danza, el placer por el lenguaje ocupaba un lugar preponderante en la lista de cosas que le importaba. Gracias a aquel fracaso, tenemos en Alma Guillermoprieto a una de las más grandes periodistas mexicanas en habla inglesa. Sus libros: Al pie de un volcán te escribo, Los años en que no fuimos felices, Las guerras de Colombia. Búsquelos. Léalos. Descubra en ella a una de las plumas más brillantes del periodismo latinoamericano–aunque sea traducida al castellano–.

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