¿Sólo en el transporte público hay acoso sexual o agresiones?
Palabra sin Frontera
Por Lizbeth Álvarez Martínez/SemMéxico
Se puede pensar que al ser empleada en una dependencia de gobierno, sea federal o local, una mujer está más “segura”. Y es que los gobiernos caminan con la bandera rosa por los derechos de las mujeres, el respeto y la igualdad.
La más moderna creación para las féminas, un silbato con el lema “Vive Segura”, es una herramienta preventiva y disuasiva que el Gobierno de la Ciudad de México pone a disposición para actuar en casos de agresión sexual en el transporte público (http://vivesegura.cdmx.gob.mx/silbato)
La pregunta que me hago es: ¿sólo en el transporte público hay acoso sexual o agresiones?
Quizá las mujeres que trabajan en un organismo público podrían ser más cercanas a esas campañas rosas, en ellas podrían verificar la eficacia de dicho instrumento de prevención y disuasión contra el agresor, antes de sacarlo al público en general.
Pero hay que darnos cuenta de algo. Las trabajadoras de instituciones gubernamentales pueden vivir el mismo acoso callejero dentro del organismo: miradas lascivas, lenguaje soez, gestos de lujuria y hasta agresiones físicas. La campaña debió empezar con las mujeres que trabajan en las distintas dependencias.
Hace unos días me enteré de que Valeri, Arquitecta de Información en una dependencia gubernamental, se armó de valor para denunciar el hostigamiento de uno de sus compañeros de trabajo. Lo hizo primero con su líder y luego con su jefe de área.
No solo ella ha sufrido miradas lasivas, otras de sus compañeras lo han vivido; han soportado esas miradas que casi las desnudan, pero ella fue la única que se atrevió a decir “¡basta! No me mires más así”.
La primera respuesta que obtuvo por parte de su jefe fue que “no sabía nada de esto, nunca había pasado”. A lo que una de sus compañeras que la acompañó le dijo: quizá había pasado, pero no se atrevían a decirlo por miedo o porque creen que es “normal”.
Afortunadamente hubo una solución inmediata: “Vamos a cambiar a su compañero de lugar y estaremos atentos del tema. Ya no vengan a firmar la hora de entrada ni salida para que no pasen por donde él está. Se les pondrá un listado en su área”.
Es verdad, es un “parche”, como muchas compañeras le dijeron a Valeri, “no se hizo nada de fondo”, pero ella ya marcó un antecedente; alzó la voz, no se quedó callada y alertó a sus jefes para que tomen medidas o ella misma las tomará ante instancias por arriba de sus jefes.
Todas las mujeres somos vulnerables en cualquier lugar que nos encontremos. Lo que tenemos que hacer es armarnos de valor para denunciar desde las “simples miradas”. Que nos dejen de mirar como objetos sexuales y desechables, antes que todas seamos una Lesvy –por ejemplo–, adelantémonos a ese reclamo de #SiMeMatan
Y cuando se hagan campañas de concientización, no solo se piense en las mujeres que utilizan el transporte público, sino en todas. Porque en todos lados hay acoso sexual.