Mujer y Poder Por Natalia Vidales SemMéxico Rescatar lo que resta del sexenio mediante un mensaje a la nación con el nuevo formato denominado “Diálogo con Jóvenes”, no será suficiente para que el ocaso de la administración del presidente Peña Nieto luzca mejor de lo que ha sido a lo largo de su gestión. Son muchos los acumulados negativos como para que de un día para otro o en el futuro próximo — de aquí al año que entra cuando comience la cuenta regresiva del sexenio– las cosas cambien sustancialmente. Ningún acto mediático es una varita mágica que transforme la realidad. El hecho de que Peña Nieto haya aparecido en vivo y en el centro de un ruedo con decenas de jóvenes mexicanos contestando sus preguntas y otras tantas tomadas de las redes sociales no se tradujo en una opinión pública favorable. De hecho la audiencia en televisión y en la internet no fue, ni por mucho, la esperada. El evento tuvo un ritmo monótono y las respuestas del Presidente fueron demasiado extensas como para lograr mantener el interés del público. Y si a eso añadimos el hecho de que un día antes Peña Nieto recibiera al candidato republicano de los E.U., Donald Trump en un acto reprobado por la población… por esa víspera ya podía sacarse el día. El nuevo formato se definió, según la oficina de la presidencia “por la desconfianza de los jóvenes hacia los medios de comunicación y hacia las redes sociales con la percepción de que esos espacios están plagados de información poco veraz y sin sustento”, pretendiendo en consecuencia que el diálogo directo sea la fórmula para obtenerla. Pero resulta que la sesión se inició con la presentación de un video adulador del gobierno que ocultó el verdadero rostro del país. Es de esperarse una reacción de los medios de comunicación cuya función fue puesta en duda por la presidencia supliéndola por un acto realizado “a modo”. Ciertamente se le preguntó a Peña Nieto acerca de los múltiples temas del momento: la corrupción, derechos humanos, impunidad, alzas en la gasolina, su relación con Trump, el plagio de su tesis y demás, pero sus amplísimas respuestas no despejaron las dudas. Con este nuevo formato Peña Nieto se aleja todavía más de lo que debiera ser el día del informe presidencial al Congreso y el mensaje a la nación: un diálogo entre la representación social y el Presidente de la República. No un día del Presidente ni un besamanos enseguida, pero tampoco una estéril, vindicativa y ofensiva reclamación partidista al mandatario. Recordemos que el motivo de la suspensión de la presencia presidencial ese día en el Congreso obedeció a las interpelaciones de los congresistas y a una serie de manifestaciones propias de la época, como cuando en 1996 el diputado Marco Rascón se acercó al Presidente con una máscara de cerdo; o cuando Vicente Fox se colocó las boletas electorales como orejas de burro y demás. Se desvió el concepto de la respuesta discordante, pero sin ofensas, que se iniciara cuando Porfirio Muñoz Ledo le contestó el informe a Miguel de La Madrid en 1988 en una escena que prometía una nueva relación de iguales. Esa era la ruta: pero se extravió cuando esa fecha se convirtió solo en una ocasión de reclamos. Un error que muchos pensaron se corregiría con el regreso del PRI al poder el 2012, para que aquel mismo partido que provocó la sumisión al Presidente lo corrigiera ahora tendiendo un puente de comunicación entre aquella respuesta de Muñoz Ledo y los informes de hoy. Lo correcto, como ocurre en los países más civilizados del mundo es que, al menos un día al año, se reúnan personalmente los integrantes del Poder Legislativo y el titular del Ejecutivo para analizar el estado que guarda la administración pública del país de cara a los ciudadanos. Pero lo ocurrido ahora descubre dos escenarios: uno, el enfoque electoral a los jóvenes (el 37 por ciento del padrón electoral está formado por personas entre los 18 y los 35 años, edades de los invitados al ruedo) y, dos: que aun siendo el gobierno el mayor comprador de publicidad en los medios para propalar sus logros.. por lo visto nadie se los cree. Y así hoy tiene que recurrir a que “los demás” –así sean unos cuantos— lo ayuden en esa tarea. Pero es Misión Imposible que muchos más se apunten para ese quehacer.
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