Me llamo Ronny Aguilar, soy reportero del diario electrónico Paginabierta.mx y ayer me asaltaron dos hombres, armados con machetes, mientras tomaba fotografías. Siendo la una y media de la mañana, me encontraba en el monumento a Benito Juárez, en la colonia San José El Alto, con mi trípode y mi cámara, tratando de hacer algunas fotografías de la ciudad, la vista desde este lugar siempre me ha cautivado, el lugar se encuentra bastante iluminado y no medí el peligro de la zona. Apenas llevaba unos minutos en el lugar, un hombre colocó un machete en mi cuello, giré y otro levantó su machete, apuntándome de frente, me indicó: “Esto es un asalto”. El segundo hombre ya tenía abrazada mi mochila, con mi laptop Toshiba, me dijo: Te estamos asaltando, no la hagas de pedo y saca el dinero. Era de alrededor de 30 años y el que tenía el machete en mi cuello, creo que sería más grande, tenía muchas canas en su cabello negro, portaba paliacate amarrado en el rostro, así que no distinguí bien su edad, no tenían tatuajes a la vista, tenía un segundo machete en la mano derecha, el otro llevaba un sport blanco, ambos de tez morena, median alrededor de un 1.70 metros y estaban alcoholizados. Me pidieron el dinero y les dije que no traía, saqué de mi bolsa como 40 pesos en monedas, era el cambio de los cigarros y un café que compre en el Oxxo, pensé que estaría tomando fotos largo rato, le di el dinero y me pidió el teléfono, no se lo di, en el bolsillo delantero izquierdo del pantalón tenía mi tablet, se la di, le dije que cometían un error, me dijo: Como sea, te llevo el carajo. Le dije que era reportero, que la computadora tenía mis trabajos y que estaba dispuesto a pagar, obviamente, no me creyeron. Dos años de lo que he escrito y publicado y de lo que aún no publico, estaban ahí, parte de mí se quedaba en el disco duro de ese aparato, inmediatamente el primer hombre cubrió su rostro con su sport, me dio risa y le dije: Si de todas formas ya te vi; me repitió que me estaban asaltando; aunque eso ya lo sabía, le dijo al que tenía el machete en mi cuerpo: Vámonos. No corrieron, no abordaron nada, se dieron la vuelta tranquilos y caminaron dándome la espalda, con mi computadora, mi tableta y un lente 18-55, marca Nikon, dentro de la mochila. Caminaron rumbo al Fuerte de San José El Alto, arranqué mi moto y saqué mi teléfono, le marqué a la policía, mientras daba la vuelta a la glorieta del monumento para manejar hacia ellos, cuando intenté darles alcance, ya no estaban, desaparecieron, la policía tardo cinto minutos en llegar, apenas colgué en el 060, recibí una llamada de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección a la Comunidad para verificar mi llamado, cuando las unidades llegaron, me pidieron que abordara e hicimos un recorrido por el lugar, les pedí que me llevaran a donde venden drogas, que es donde seguramente llevarían mis cosas para empeñarlas por dosis, dijeron que no sabían y les contesté que las plazas de los narcomenudistas pagan derecho de piso desde los 80´s, que no es nuevo, me llevaron a lugares donde supuestamente viven ladrones que no han podido atrapar, los lugares estaban sin nadie, en penumbras. Regresamos al lugar de los hechos, había un terreno baldío donde perdí de vista a mis agresores, entramos y no había nada, aunque tenía muchos caminos por donde salir, a los costados del baldío, hay casas y sus habitantes se despertaron, me dijeron que seguramente entraron al baldío de enfrente, un terreno muy largo, que va desde el monumento hasta el Fuerte, cubierto por maleza y árboles. Los oficiales me habían dicho que no tenía entradas, ni salidas, la gente de ahí me dijo lo contrario, según ellos, es como un laberinto tiene varias entradas y salidas, que van desde una por la SCT, la escuela Cetmar, además de muchos caminos que puedes tomar si los conoces, los policías no quisieron entrar, en cambio, me pidieron que levante un acta en la Fiscalía. Tomaron mis datos y registro de lo robado y se fueron, subí nuevamente hacia el lugar donde me asaltaron 40 minutos atrás, ya había dos personas sentadas en el mismo sitio, una pareja en una moto, la policía pasó antes que yo y no les dijo nada, me paré y les conté lo sucedido, abordaron su moto y se fueron, decidí rondar por mi propia cuenta, aún tenía mi telefoto, quizá tendría más éxito solo, manejé a un costado de la vía férrea y encontré a una pareja sentada sobre ellas, di las señas de mis asaltantes, me contestaron que los vieron subir hace mucho rato, que no los conocen, pero que los han visto que se reúnen, junto con muchos más sujetos, en las escaleras que se encuentran a la mitad del cerro que sube al monumento a Juárez. Manejé rumbo al malecón para encontrar alguna unidad policiaca, mi celular no tenía pila, se había apagado, encontré a una frente a Plaza Galerias, le expliqué y me dijo que no podía ir, ya que esa era otra zona, que a pesar de la cercanía, está fuera de su área, habló a la Central y nos pusimos de acuerdo, la unidad de la zona me vería en la SCT y subiríamos juntos, es necesario señalar que cada una de las cuatro unidades involucradas llevaba de copiloto a un policía dormido, que incluso, roncaba muy fuerte. Esperé a la unidad por más de media hora, mientras fumaba, nunca llegaron, ni siquiera como parte de sus rondines, abordé el armatoste motorizado y me fui, pensé en ir a la Fiscalía, pero francamente no creo en las instituciones y prefiero mi computadora en manos de delincuentes, que del Estado. Me siento afortunado por no tener daño alguno, pero impotente por mi trabajo, justamente hace un par de días, me dedicaron una columna, en donde un “textoservidor” de Champotón me llama mezquino y en donde pide que la sociedad me juzgue, solo lo hicieron los allegados al espurio Alejandro Moreno Cárdenas, quien les paga, el motivo fue por lo que escribí del asesinato del líder del Sindicato de los Tres Poderes, Juan Carlos González Hernández. La ofensa fue decir que el homicidio se suma a una ola de crímenes que se han presentado desde el inicio de la administración de Moreno Cárdenas, lo cual es vox pópuli y me sumo. Ante lo escrito por este sujeto, apelo, ahora está justificada mi mezquindad, el Estado ya no es seguro, a mí me asaltaron en un lugar que se supone atractivo, por lo que reitero, el Estado está ante una ola de sucesos nunca antes visto. A mis asaltantes, francamente no los culpó, el Estado está sumido en la decadencia, fallaron las instituciones, falló el sistema, se salió de control la seguridad o la sacaron de control, no hay empleo, no hay vivienda, los salarios son miserables y tenemos más inflación que aumento salarial, la canasta básica y el dólar están en el cielo, la producción petrolera en el suelo, se mató con reformas a los sectores productivos y la movilidad económica en Campeche es inexistente, además de un rescate económico estatal que solo está en el discurso demagógico de “Alito”. Los campechanos, en esta cuesta de enero, abarrotan las casas de empeño, las microfinancieras y las casas de préstamo son las más solicitadas, somos víctimas del capitalismo neoliberal, aunque la sociedad no lo sepa, la gente se refugia en estas salidas que conducen a la inestabilidad social, eso los que buscan soluciones, otros menos audaces se refugian en el alcohol y las drogas, el consumo de crack (piedra) está en aumento y a más temprana edad, eso sin contar a los suicidas, que son también reflejo de las condiciones de vida que tenemos. Este gobierno acabó con los contrapesos, acabó con la crítica periodística y los señalamientos, a billetazos, tenemos una estabilidad de papel, pero todo es falso, tarde o temprano la realidad alcanzará al Estado, tarde o temprano será inaguantable y terminará por romperse, es algo básico en la Física, que todo recipiente tiene un límite de presión, antes de buscar una salida. Cerraron maquiladoras, hay despidos masivos en Pemex, muchas empresas, por la carga fiscal impuesta a los Repecos y medianos, desaparecieron, además de los negocios que quebraron con el megadrenaje, es lógico que la delincuencia aumente por la falta de recursos. El día de hoy me tocó perder recursos materiales, pero me dio la oportunidad de reflexionar en dónde estamos y hacia dónde vamos, hay quien dice que lo sucedido es represión del Estado por las críticas, no lo creo así, creo que fue circunstancial, pero creo también que la responsabilidad del Estado radica la inestabilidad de la sociedad, yo me expuse y pagué las consecuencias, no lo haga usted, tome precauciones, es doloroso, pero el Campeche que una vez fue, ya no es más, toca aprender a vivir con lo que se viene, ya no podemos presumir el caminar por las calles de la ciudad a cualquier hora, sin temor.
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