Por Braulio Peralta SemMéxico Hoy parece viejo hablar de la lucha de las sufragistas. Pero no. Al ver las terribles consecuencias de la desigualdad de la mujer frente al hombre, aún en el siglo XXI, la película Las sufragistas es un golpe al hígado en la conciencia de aquellos que se consideran civilizados. Dirigida por Sara Gavron, el filme es un repaso a las inconsistencias jurídicas para salarios bajos a las mujeres, el escaso derecho a la educación de los hijos y, sobre todo, el nivel cero de igualdad ante la ley sobre el derecho a votar y ser votado. No les voy a dar una clase de historia a las que conocen su historia, las feministas. Bastaría con leer en Wikipidia toda aquella lucha de los siglos XIX a la fecha para lograr sus reivindicaciones. O leer los libros de la historia de las mujeres…No repetiré como perico lo ya escrito. Mejor decirles que películas como Las sufragistas remueven la conciencia de hombres que aun creen que lo que se les ha otorgado a las mujeres es más que suficiente. Pues no. Hay sensibilidad en el filme para darnos cuenta de la tragedia, en ese instante donde una madre pierde a su hijo porque el padre decide darlo en adopción, sin necesidad de un trámite legal que le impida a la mujer ejercer su derecho tutelar. “No olvides mi nombre, soy tu madre y espero que un día vengas a buscarme”, le dice ella a su hijo de máximo cinco años. Y todo, porque decidió irse a luchar con las sufragistas. El filme tiene la virtud de no ser una lección de historia sino una lección civil –con la sensibilidad por delante y el sentido de la razón como consecuencia–, que irremediablemente nos pone del lado de esas mujeres atrabancadas. Una virtud de esas luchadoras capaces de levantar la cresta en la adversidad. La película destaca el papel de las inglesas, las más aguerridas, a las que tacharon de terroristas en su tiempo. Ante la cerrazón del estado imperial, no tenían otro camino… En las sociedades occidentales más avanzadas hoy todo parece fácil para las mujeres, feministas o no. Con todo, el balance deja mucho qué decir. La igualdad es de papel, no sobre la realidad. Sara Gavron refleja esta cruda verdad porque las escenas de la película pintan a los políticos como personajes insensibles para oír solo lo que la autoridad máxima –el dinero–, decide. El problema de la igualdad de las mujeres pasaba también por la economía. Las empresas se beneficiaban de los bajos salarios para ellas. Las presiones sobre eso impedían esa igualdad. Hasta que estalló la bomba…Si lo dudan lean las noticias de Hollywood de actrices denunciando los salarios de las mujeres frente a los actores, los hombres, protagonistas con grandes remuneraciones, inalcanzables para ellas. La lucha persiste… Me encanta el término de “mujerujas” para estas sufragistas rebeldes, locas, valientes, atrevidas, inteligentes y bravas. El concepto no es mío. Lo inventó una actriz, María Félix, pensando en aquellos hombres que dicen poseemos un 25 por ciento de femineidad. Cuando un hombre atraviesa con sensibilidad ese 25 por ciento se hace “mujerujo”. Las mujeres poseen también un 25 por ciento de masculinidad. Las sufragistas necesitaron mucho valor para hacer lo que hicieron como mujeres, sin ninguna duda. Dejaron hijos, maridos, familias enteras. Fueron incomprendidas. Pero no cesaron en su lucha. Se dice fácil, pero sin la lucha de esas mujeres, los derechos de homosexuales y lesbianas hubiera sido imposible nada… Mujerujas de primera clase, no cualquier mujer dejada a la buena de Dios. Eso.
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