OpinionIdentificar al enemigo: El capitalismo agrícola

admin11/10/2015

10agri Por Alvaro Mena La agricultura industrial de Los Chenes no comenzó con la introducción de la soya transgénica y no se detendrá después de la prohibición de la leguminosa modificada genéticamente. Desde hace más de 30 años, en las comunidades de la región de Los Chenes, se desarrolla una agricultura mecanizada que con la llegada de la “Revolución Verde” a finales de los 70´s, se sumó a esto los paquetes tecnológicos que en principio, fueron traídos por las instituciones de investigación agrícola del gobierno mexicano y posteriormente, las empresas privadas fueron asumiendo el rol de proveedoras en la región, entregando los paquetes tecnológicos casi de manera gratuita. Estos paquetes tecnológicos, generalmente contienen semillas, fertilizantes, herbicidas y plaguicidas. Cuando se inició el proceso de “modernización” de la agricultura, prácticamente todos los sectores de la población y de la sociedad estaban motivados por el nuevo auge que se le daba al campo con estas nuevas técnicas, parecía que el impulso de los sistemas de riego, la maquinaria y el equipo para la mecanización de los suelos era la mejor alternativa y se estaba entregando a manos llenas por las secretarías encargadas de la agricultura y de desarrollo rural, corrían los años 80´s, aun y por esos momentos, no se les ocurría a la gente llamar selvas o sabanas a los potenciales mecanizados, sino se aprestaban a titular de “planadas” todo lo que podría ser mecanizado para cultivos. Fue en este mismo contexto que los grupos de menonitas comenzaban a llegar, descubriendo nuevas áreas de cultivos que ya no tenían en otras tierras y que aquí, el gobierno buscaba quien se hiciera cargo de desarrollar de manera óptima, la nueva estrategia para el campo chenero, que era la “Revolución Verde”. Hopelchén, históricamente ha sido zona productora de maíz a gran escala, incluso, hoy se recuerdan aquellas buenas épocas en las que un empresario local de Bolonchén entregaba financiamiento para sembrar maíz en los años 60´s, se sembraban hasta 40 hectáreas y para ello contrataban hasta 100 personas que se encargaran de todo el trabajo, no había ni siquiera yuntas en la región para ese trabajo, pero se cosechaba una gran cantidad de maíz. Al fin y al cabo, para eso se habían formado las nuevas comunidades, para producir, quizá las comunidades locales nunca han tenido pequeñas expectativas con respecto a la producción. Pero si esto siempre ha sido así ¿Qué fue lo que cambió? ¿En qué momento se perdió el rumbo? Cuando llegaron los tractores, la gente los recibió con júbilo, las semillas de Pronase, que auguraban mayores toneladas de maíz, fueron una maravillosa novedad para los campesinos, la llegada de los menonitas, al inicio, no amainó la voluntad de producir, nadie al inicio pensó que sería un problema la presencia de nuevos vecinos ¿Pero entonces, en qué momento la agricultura se convirtió en un problema para los campesinos locales? Todo indica que el problema inicia con la llegada de las grandes empresas transnacionales, que se apoderaron del mercado agrícola y la producción de alimentos en la región. La llegada de estas empresas significó cambiar al interlocutor de la producción local. Todos los créditos agrícolas, la adquisición de semillas, incluso hasta la venta final de granos, es ahora a través de las empresas transnacionales y son ellas las que se encargan de definir los precios, tanto de insumos, como de cosechas. Los menonitas no fueron los primeros que deforestaron las comunidades de Los Chenes, fue el gobierno del estado de Campeche el que inició la deforestación de Hopelchén, para entregar áreas de producción a las comunidades campesinas mayas. Ahora, cada año se hace entrega del “grano de oro” y de la “gota de oro” a los principales productores de maíz y miel en la región. Durante muchos años, el galardón agrícola se le ha entregado, ya sea a empresarios agrícolas mayas o empresarios agrícolas menonitas, la distinción es para quien produzca la mayor cantidad de toneladas de maíz. Es decir que se premia a quien haya deforestado más, que haya aplicado la mayor cantidad de agroquímicos y que haya explotado a la mayor cantidad de gente, porque de otro modo no se puede producir miles de toneladas de maíz por un solo productor. Con todo lo anterior, quiero decir que no se trata de menonitas o de mayas el tema de la deforestación del municipio de Hopelchén, tampoco se trata de soya, de maíz o de sorgo. Se trata del modelo de agricultura que se está impulsando en la región y de quien manda en ese modelo. Se está impulsando un modelo de desarrollo capitalista agroindustrial y quienes mandan en él son las empresas transnacionales. De este modelo, quedan excluidos todos aquellos que no se cuadren como productores serviles, quedan excluidos aquellos que no cuenten con los medios de producción, en este sistema no hay lugar ni siquiera para obreros, pues las maquinarias se encargan de todo. Dentro de los excluidos, hay mayoritariamente campesinos mayas, pero también hay muchos campesinos menonitas excluidos. Quedan fuera todos los de abajo y abajo hay tanto mayas, como menonitas. Hoy vemos que las protestan contra los transgénicos y la deforestación, buscan culpables y estas se ensañan con la población menonita, mientras Semarnat y Profepa parecieran los aliados al clausurar mecanizados en producción desde hace varios años. Están en total equivocación, los verdaderos culpables de esta problemática son los impulsores de la política agrícola industrial y esos son las secretarías de gobierno y las empresas transnacionales, embajadores ambos del capitalismo. Si queremos realmente que esto se detenga, debemos enfocar nuestros esfuerzos contra el capitalismo agrícola avasallador,  de otro modo, podremos ganarle ahora a la soya, pero mañana aparecerán, con otra semilla “salvadora”.

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