Por Verónica Lozada*
Hoy la frase de Juan Rulfo, queda como anillo al dedo a la realidad mexicana.
¿Qué está pasando en México? No estoy segura de que la prensa internacional esté reportando lo que está aconteciendo en estos días en nuestro país—de otra forma, seguro que ya el mundo estaría colocando banderitas de México —al menos en las redes sociales—en solidaridad con los mexicanos.
No he visto ninguna de esas manifestaciones de apoyo con nuestro pueblo y de verdad que en este momento necesitamos la solidaridad de las organizaciones y los ciudadanos de los pueblos. Es menester que el mundo se entere de lo que está ocurriendo y que se construya la memoria histórica desde la mirada del propio pueblo. Aquí mi testimonio:
1.Previo a finalizar el año 2016, los altos aguinaldos de la clase política gobernante unieron un eslabón más a la indignación nacional. En un país cuyo salario mínimo general (SMG) era de $ 73.04 diario, arrojando un salario mensual de $2,191.20; enterarse de las gratificaciones de fin de año a “servidores públicos” fue recibido como una grave ofensa difícil de reparar. La Arquidiócesis de la iglesia católica en México usualmente silenciosa en esos temas, estalló en una editorial titulada Los Inmorales http://www.siame.mx/apps/info/p/?a=15803&z=5. En la misma, desglosa uno a uno, los aguinaldos de la clase política. Para muestra, el aguinaldo de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, 586 mil 356 pesos—más de medio millón de pesos para disfrutar la navidad y cerrar el año. Sin contar que adicionalmente a lo que reporta su editorial, los senadores y diputados se despacharon un bono adicional de $100 mil pesos; excepto 37 miembros de un partido que lo rechazaron.
2.La Comisión Nacional de Salarios Mínimos anunció el aumento al salario de los trabajadores, a 80.04 pesos diarios, es decir; un alza del 3.9 por ciento. Que desde mucho antes estaba pulverizado y en comparación a los aguinaldos aprobados para la clase política que no paga impuestos y además recibe entre sus prestaciones vales de comida, de gasolina y servicios médicos de primerísimo nivel con cargo a Juan Pueblo; siguieron encendiendo la irritación nacional.
3.La última semana de diciembre, empezó a circular el rumor de que a inicios de año habría un drástico incremento a la gasolina. Sobra aclarar que los aumentos a la gasolina disparan en cascada aumentos a toda la canasta básica y servicios básicos de la población. El presidente de México anunció que saldría de vacaciones con su familia del 26 de diciembre al 4 de enero del 2017. Y el 2017 para los mexicanos, llegó con un brutal aumento de 20% a las gasolinas—el Gasolinazo—que prendió el fuego cuando el propio secretario de Hacienda, se atrevió falazmente a afirmar que no afectaría el costo de alimentos y trasportes. Esto colmó la paciencia de la ciudadanía que desde el primero de enero, ya no ha parado de manifestarse a todo lo largo y ancho del país, y al parecer la mecha de la indignación se sigue alimentando, pues para febrero ya se ha anticipado que surgirá un nuevo aumento.
Antes de estos tres ingredientes que he señalado, existe un hecho que ha estado muy presente en el reclamo e indignación del mexicano. Los insultantes desfalcos de gobernadores al erario—acreditados por la Auditoria Superior de la Federación. Y la “huida” de los mismos—especialmente en esta era tecnológica que los gobiernos tienen la capacidad de conocer todos los pasos de sus ciudadanos—con lo que resulta inverosímil que no puedan ser aprehendidos y procesados por los crímenes cometidos.
Está el caso del gobernador de Veracruz con un desfalco de más de 60 mil millones de pesos que puede ser mayor en virtud de que faltan dos años de su administración por auditar. El exgobernador de Coahuila, con un desfalco –aproximado de 30 mil millones de pesos—exhibido en los tribunales de EEUU, pero que transita impunemente en México. El exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, cuyo desfalco es aún incalculado, pues lo computado asciende a más de dos mil 500 millones de pesos, sin auditar años previos. Juan Sabines Guerrero—sobrino del poeta Jaime Sabines— ex gobernador de Chiapas, con un desfalco de 40 mil millones de pesos, premiado por la administración peñista con el nombramiento de Cónsul mexicano en Orlando, Floridad.
La vergonzosa lista continúa y es larga: Tomás Yarrington, de Tamaulipas, buscado en Estados Unidos por lavado de dinero. Guillermo Padrés, de Sonora; Andrés Granier. de Tabasco; Luis Armando Reynoso Femat, de Aguascalientes; Gabino Cué y Angel Aguirre Rivero, exgobernadores de los empobrecidos estados de Oaxaca y Guerrero, Cesar Duarte. ex gobernador de Chihuahua, los dos hermanos Moreira Valdés, de Coahuila; Rodrigo Medina, de Nuevo León, etc. La mayoría de ellos priistas, seguidos de panistas en esa lista y dos postulados por el PRD.
Estos son los casos que han salido a la luz pública por escandalosos, de otros ni nos hemos enterado; el desvío de recursos que debieron ocuparse en el desarrollo del país, han ido a parar a enriquecimientos privados que, en la mayoría de los casos, se encuentran impunes, pues hasta hoy no existe en el país un solo ex gobernador o ex presidente que haya sido procesado por defraudar a la nación (todos estos son datos públicos que se encuentran disponibles en fuentes oficiales y no oficiales en internet).
Esta impunidad ha calado hondo en el ánimo nacional, al grado que, en el imaginario colectivo, el servidor público se caricaturiza textual y gráficamente como una rata. Pero ante la cadena de atropellos a las condiciones materiales y espirituales de existencia y vida, ya no basta una caricatura que ayude a la catarsis. Hoy la indignación ha encendido el territorio nacional. La tradicional apatía e indiferencia del mexicano, que permaneció imperturbable cuando en el sexenio calderonista la voz de intelectuales, activistas, hombres y mujeres de fe comprometidos, estudiantes, etc. empezamos a alertar sobre el efecto que las reformas estructurales tendrían; se ha sacudido. Hoy, sin líderes visibles, los ciudadanos están saliendo a las calles a demostrar su reprobación al gasolinazo, aunque pacíficamente, pero con acciones que amenazan con subir de tono.
Y es que los insultantes salarios, beneficios y prebendas de la clase política, así como los desfalcos de los “servidores públicos”, los escándalos de corrupción sean del presidente o funcionarios cualquiera a los que se les encarga una función para el bien común que traicionan; se traducen en hospitales públicos sin camas, sin medicinas, sin médicos, sin enfermeras. Nula obra pública, no construcción de hospitales, escuelas, universidades, centros de cultura, caminos, puentes, infraestructura clave para el desarrollo, como refinerías, etc. Cada estudiante que busca un lugar en una universidad y es rechazado. Cada joven a quien se le niegan oportunidades de desarrollo. La ciencia y la tecnología que no son impulsadas para el engrandecimiento de la nación y la contribución al mundo. Cada persona que no será arrancada del demonio del analfabetismo. Cada niño y niña que no podrá acceder a educación básica o cuyos padres no podrán ofrecerles un desayuno digno para resistir un día de clases sin desmayarse—porque en México las escuelas no dan desayuno a sus estudiantes, como en Estados Unidos o en otros países. Eso y más desgracias, es lo que significa cada peso del presupuesto público saqueado, desviado, mal administrado por malos servidores públicos que inhumanamente y con perversidad afectan al ser humano y los demás seres vivos del entorno, a quienes debemos proteger también.
Hoy México, esta parte de nuestra casa común, la tierra; está en llamas—metafóricamente hablando y en algunas partes literalmente.
Finalmente, es importante establecer una aclaración. Si han visto imágenes de saqueos en México y les informan que el pueblo está realizando saqueos; es falso. El pueblo de a pie no está realizando saqueos. Los medios han insistido en que la indignación ha llevado a la población a realizar saqueos a tiendas y gasolineras. Sí ha habido saqueos, pero ya está bastante documentado que ha sido el propio gobierno, desde sus huestes del partido en el poder, con sus grupos de choque, quienes han orquestado los saqueos.
Incluso, hay incontables videos donde puede observarse a policías participando de los saqueos, llenando cajuelas de las patrullas con el producto de lo saqueado. Otros videos muestran al ejército y fuerzas del orden presentes en perfecta tranquilidad, mientras las hordas de saqueadores empiezan a desfilar hacia los centros comerciales con garrotes en mano, en una imagen que se antoja idéntica a lo ocurrido en 1968, con el llamado halconazo.
Por favor, no se dejen engañar, ni manipular. La gente, el pueblo de a pie, no está detrás de estos saqueos. Endilgar saqueos al pueblo de a pie, lleva el fin perverso de desacreditar la protesta social y justificar un estado de excepción o una militarización que se viene anunciando.
Pido por favor, que volteen sus ojos hacia México. Que nos pongan en sus oraciones y en sus acciones solidarias. Envíen cartas al gobierno de México en solidaridad con el pueblo, hagan saber a este gobierno que nos están mirando, que sus ojos no están indiferentes a nuestra suerte. El gobierno está lanzando la fuerza contra la protesta social y quien sabe cómo vaya a terminar esto. ¡Necesitamos de su solidaridad!
Desde el gobierno de Felipe Calderón, los muertos por su “guerra contra el narco” se cuentan por cientos de miles y los desaparecidos por miles. La administración peñista no detuvo esa contabilidad de la muerte; sigue en aumento. El año pasado, la revista Nexos daba cuenta de que con Calderón desaparecieron 5.9 personas cada día de su administración; mientras que con Peña Nieto han desaparecido 13.4 personas cada día http://www.nexos.com.mx/?p=23811.
Esos han sido muertos por balas en un país que no se supone en guerra. Por menos de esos números, presidentes de otros países han sido procesados por genocidio y crímenes de lesa humanidad. ¡Nada de esto se oye en los medios internacionales! ¡El cerco mediático es férreo en blindar la realidad mexicana! Aquí casualmente quienes se encuentran con más frecuencia entre los muertos o desaparecidos son después de las mujeres; periodistas críticos, reporteros, disidentes, opositores, activistas, abogados incómodos, estudiantes, líderes obreros no alineados al charrismo sindical, campesinos desplazados de sus tierras y líderes ecologistas, e indigenistas en defensa de sus territorios, etc. No hay disidente o religioso que alce la voz, que no haya sido al menos amenazado de muerte. Todo activismo a favor de la vida, recibe una amenaza de muerte.
Sin embargo, el gasolinazo de Peña Nieto es una sentencia de muerte por hambre. ¡SOS México!
Ante todas las injusticias atestiguadas y expuestas, mi conciencia me demanda no callar.
*Ex-pastora, teóloga y abogada