DestacadosOpinionSuperar la etapa, el llamado al olvido.

admin13/12/2014

13olv Por Roberto Grajales “Superemos esta etapa, demos un paso hacia adelante”, dijo Enrique Peña Nieto, invitando a los mexicanos a olvidar la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Esto no es nuevo, ha sido la política eterna del estado mexicano, dar el carpetazo, ofertar olvido, superar las etapas que hacen temblar a la oligarquía y preparar la represión para pacificar a los indignados. Hasta antes del 26 de septiembre, los desaparecidos, los encarcelados, los muertos, permanecían tan solo en la voz y en las manos de unos pocos, pero después de esa fecha están por todas partes de México y del mundo, se levantan del silencio obligatorio en el que los sometió el estado y gritan con todos los que al sonido de los pasos exigen justicia. De ahí, la desesperación del estado de “superar la etapa” ¿Por qué pidió Peña que lo superemos? Porque ya no puede ocultar la podredumbre de sus instituciones, el secreto a voces quedó al descubierto, todos lo sabíamos, pero hasta antes del 26 de septiembre, nadie se atrevía a decirlo y si se atrevía, se sumaba a la lista. Porque desde hacía mucho tiempo que el pueblo mexicano no estaba dispuesto a luchar hasta las últimas consecuencias como ahora. Es verdad que no todos estamos dispuestos a combatir, quedan los apáticos, los que no les importa la vida del país, pero no podemos culparlos, han vivido sometidos tantos años, que ya no sienten, ni oyen el ruido de sus cadenas. Están los otros, los que reclaman a los que empiezan a luchar que no lucharon a tiempo, a estos tampoco los podemos culpar, tanto tiempo estuvieron en la pasividad, que sienten que el despertar de su lucha debió despertar a todos, olvidándose que a ellos mismos despertaron, cuando sus intereses se vieron afectados y que así es siempre. Pero lo que es indiscutible es que todos, para bien o para mal, entendiéndolo o sin entenderlo, todos tienen una opinión al respecto, y ese es el peligro que ve el estado, sabe que la epidemia más dura de combatir es el virus de las ideas, pues este virus, una vez que se mete al cerebro, no lo saca nadie. El carpetazo es usado por todos los niveles de gobierno para desmanchar su carrera política. En Campeche, por ejemplo, se le dio carpetazo al crimen de estado en Bolonchén. Para empezar, el estado jamás reconoció las violaciones de lesa humanidad y por supuesto, no acepto su responsabilidad. Y ahora ha ordenado a los medios de información que le sirven, silenciar todo lo que se tenga que ver con Bolonchén, si pudieran, lo borrarían del mapa. Pretende que ahí quede olvidado Dennis Trejo, y que pase a ser simplemente un número en una estadística. Pero la clase trabajadora de México no está dispuesta a olvidar, no está dispuesta a olvidarse. ¿Dónde están? ¿Caídos en mazmorras? ¿Sepultados? ¿Torturados por las manos de traidores? Bien caben estas preguntas, pero también caben estas ¿Dónde está el enemigo? ¿Dónde se esconde? ¿Dónde están sus manos asesinas? Vamos a superar esta etapa, por supuesto. Pero no será con el olvido, será con la memoria, será con justicia y con dignidad.  La sangre de los caídos ya nos ha trazado el camino. El horizonte nos espera. Hay que arrebatar de sus manos todo lo que nos han arrebatado,  arrebatemos de sus manos nuestras vidas. Ya basta de saciar su hambre de muerte con los mártires del pueblo. Ya basta de poner la otra mejilla. Ya basta de poner los muertos. Que nuestra palabra siga retumbando por todos los rincones, que llegue a todos los corazones. Que el grito de combate se haga presente en los campos y en las ciudades. ¡Ni perdón, ni olvido! No serán lágrimas por los encarcelados injustamente, será un vuelo de pájaros al alba, anchas calles de puños y banderas, algarabía de niños y guitarras. No serán lágrimas por los muertos, será la confraternidad del pueblo herido, un nuevo viento, una luz nueva sobre el horizonte de la patria. No serán lágrimas por los desaparecidos, será una rosa clara, un grito de combate, y entre las multitudes de nuevo la sonrisa de la madre campesina.

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