Por Roger Elías Cornelio Sosa CAMPECHE, Cam. 12 de noviembre del 2014.- Iglesia y Gobierno se fueron a la yugular de políticos deshonestos. Es resonancia de acontecimientos recientes. Fuerte llamado a retomar la moral, cordura y sensatez. Aún es tiempo para enderezar el camino, en víspera de campañas. Castigo ejemplar y alto al caos, el imperativo urgente. La sociedad lo exige, el pueblo lo necesita. Lo de Ayotzinapa encendió la mecha en el contexto nacional. En patio local, lo de Bolonchén de Rejón. Los hechos, ambos, como secuelas de descuidos, soberbia, autoritarismo y hartazgo. Han sido detonantes espontáneos, válvulas de escape largamente guardados. Inimaginables escenarios allá y acá. Imposible cerrar los ojos, ignorar la realidad. El tema, inagotable. Ha sido descuido institucional, por no advertir con tiempo las chispas del conflicto; soberbia de irresponsables por subestimar y desdeñar lo que se viene; autoritarismo prohijado por impunidad histórica; hartazgo social por carestía, desempleo y frustración en casi todo. Las redes sociales actúan en la inmediatez tecnológica, a veces de manera irresponsable. El gobernador Fernando Ortega Bernés asume: “No es político, naturalmente, el que no escucha a la gente. (…) el que no entiende que si está en el gobierno, es porque el pueblo lo puso; que si trabaja en el gobierno, es porque el pueblo le paga su sueldo. Porque los sueldos, desde el gobernador hasta el del trabajador más modesto, lo paga la gente y eso lo tengo muy en claro”. Monseñor José Francisco González, en su homilía del domingo nueve de noviembre, en Catedral, fue más a fondo: “Vivimos en un país de mucha corrupción, en donde a las personas y a los políticos les da lo mismo vivir en la verdad o no. Lo que pasó en Iguala no es un caso aislado”, dijo, ante la presencia de conocidas familias de políticos que asisten a misa los fines de semana. El Obispo llamó entonces a todos “a no encubrir, ni proteger a nadie, sino denunciar y evidenciar a estos políticos; mostrar la corrupción y las mentiras en que viven, porque se han alejado de Dios y de la verdad. (…) Jesús limpió el templo, que se había convertido en una cueva de ladrones y corruptos, y eso es lo que le falta a nuestro país”. ¿Así o más claro? Para esto, hace algunas semanas en su cuenta twitter, el dirigente nacional del PRI, César Camacho, adelantó que se pedirá a los candidatos de su partido no solamente su evaluación profesional, sino su historial personal. Y de inmediato los actores pusieron sus barbas a remojar, aunque algunos políticos de casa, con el mayor cinismo, fingieron sordera. Caso omiso que podría costarles caro. El caso es que una y otra vez, día a día y hasta el hartazgo, las fuerzas opositoras al régimen predican en el desierto. No de ahorita, ni del docenato panista, sino desde siempre. La protesta histórica ha sido por la injusticia, desigualdad, pobreza extrema, falta de oportunidades, abusos, inseguridad, violencia, ineficientes sistemas de salud y laboral… y cientos de etcéteras. ¿Qué esperaban? Parece cantaleta desgastada, disco rayado y aburrida retórica. Pero ahí están presentes en la memoria contemporánea Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, Tlatelolco y el Halconazo; más reciente Aguas Blancas, Acteal, Guardería ABC, Tlatlaya, Ayotzinapa y muchos otros. ¿Y las víctimas del crimen organizado? Pareciera un país de pesadilla. El México inimaginable. Vienen las campañas políticas. Momento ideal para evaluar perfiles. El partido es lo de menos; veamos personas. Congruencia entre el decir y actuar. ¿Otra vez el mismo? Aprestémonos a ser ciudadanos ejemplares. Escuchar atentos y educados, pero con suspicacia. ¿Me permite su credencial de elector? ¡No!. –Es para despensas y láminas-, ¡No! Tómele fotos y grábelos. Súbalo a la red. El hambre y la necesidad aprietan, junto con algunos casos de desvergüenza. La tentación del jugo y la torta; la playera, el mandil y la gorra. La voz de la miseria se debilita de pena. Se abandona el pudor: –Candidato ¿Me apoya para mi medicina?-. Grave error. –Ve a la casa de campaña. Ahí te la darán-. La trampa de siempre. Víctima y victimario. Pueblo y político, en ese orden. ¡Denuncien la corrupción!, dice la palabra de Dios. ¡El pueblo es el que nos paga!, asegura el gobernador. ¿Qué esperamos entonces? El escenario está listo. La orden ha sido dada. La conciencia ciudadana ha madurado. No se aceptan más mentiras ni tropelías. El político debe andarse con tiento. Los llamados a la cordura, sensatez y moral, es para ellos. Que no enciendan la mecha. Nos quedamos con la reflexión de Fernando Ortega: “Es importante que defendamos y protejamos nuestra esperanza”. Del pueblo hacia los políticos, ¡Va! De partidos y candidatos, ¿También? Ya veremos. Falta muy poco…
previous
next