DestacadosOpinionLas ZEE: ¡Ahora sí llegó la hora de Campeche!

admin01/06/2016

1zee Por Verónica Lozada Pese a la advertencia que lanza la Revista Forbes—especializada en Economía, de que “la mayoría de los proyectos de ZEE en el mundo han terminado en un rotundo y costoso fracaso”, el anuncio de las multimencionadas Zonas Económicas Especiales es por decir lo menos, triunfalista en exceso. En Campeche, el gobernador Alejandro Moreno Cárdenas afirma que Campeche se encuentra a la puerta de entrada de su desarrollo y transformación, pues hoy están dadas las condiciones para que la enorme riqueza natural y el potencial productivo del estado dejen de representar una contradicción económica y social, y se conviertan en oportunidades reales de modernización, crecimiento y mayor bienestar de vida para los campechanos. ¡Bravo! ¡Suena estupendo! Luego están los beneficios esperados: a) Acelerar el proceso de crecimiento económico del estado, b) ventajas para la llegada de nuevas y más inversiones y c) generación de empleos. Para ello la LZEE tiene mecanismos como: beneficios fiscales y laborales, marco regulatorio ágil, infraestructura de primer nivel y programas de apoyo orientados a financiamiento, innovación y la formación de capital humanos (sic), entre otros. Hay muchas lecturas entre líneas, aunque de por sí, como pueblo, no prestamos atención al hábito de lectura, menos este tipo de lectura, cuyos términos pueden son oscuros para el común. Si bien se argumenta que la intención es “desarrollar al sur”, es imperativo evaluar con frialdad su viabilidad y ahora es muy pronto para ello. No obstante, el anuncio es sumamente prometedor, algo así como: ¡Ahora sí llegó la hora de Campeche! ¡Nos va a ir bien a todos! ¿Y a quien no le gustaría esa realidad? Se necesita ser muy necio para no querer que le vaya bien a Campeche y su gente, pero de eso a echar las campanas al vuelo por las ZEE, es otra cosa. Un aplauso para los buenos deseos, pero eso no va a concretarse. No es que sea pesimista, pero la historia reciente prende muchos focos de alerta y hay que prestarles atención; miremos sólo tres:

  1. Primer foco rojo, el Engaño de la Reforma Energética: ¿No nos prometieron lo mismo con la Reforma Energética? ¿Recuerdan el ridículo video propaganda del “Tesoro bajo el mar”, con el que FeCal bombardeó la mente de los mexicanos para convencerlos de que éramos incapaces de extraer ese tesoro y por ello, cambiarían la ley para que los buenos señores extranjeros—grandes compañías petroleras— vinieran a ayudarnos a sacar el tesoro –tan chulos ellos— y que por arte de magia, vendría un sinfín de maravillas, una vez que se aprobara la susodicha Reforma Energética? Pues de eso ya fue, y hasta ahorita, ni las gasolinas han bajado, ni aumentaron empleos. Por el contrario, Campeche cuenta por miles sus desempleados solo en Ciudad del Carmen y la quiebra de cientos de empresas locales de pequeños empresarios, porque los grandes siempre reciben el milagro de la protección de muy arriba. La gasolina, hoy está casi a 14 pesos el litro, ahora de peor calidad y mucho más cara que en Estados Unidos para donde se va el crudo que extraen de aquí nomás.
  2. Segundo foco rojo: La estrategia por la ubicación de las Zonas. Pues nada que el argumento de las ZEE es reducir la pobreza y abatir la desigualdad, mediante el otorgamiento de privilegios a los dueños del capital, para que ellos generen riqueza que luego se distribuya a toda la sociedad. Eso se conoce como método de goteo hacia abajo –lo que la mujer sirofenicia llamaría “echar las migajas a los perrillos”— y ya ha probado su fracaso, pues ha resultado en mayor concentración de la riqueza y mayor expansión de la pobreza: en otras palabras, que un 5% de personas concentre el 90% de la riqueza, mientras un 95% de personas concentra sólo el 10% de toda la riqueza. Eso sucede a nivel nacional y mundial. Entonces, según esta ley, para ello ha elegido a las zonas que concentran mayor pobreza ¿Cómo? Si casualmente le echa el ojo a las zonas que concentran mayor riqueza en recursos naturales: los centros de producción petrolera y minera y sus puertos estratégicos. Hasta antes de la Reforma Energética, Campeche era el estado con menor índice de desempleo en todo el país; incluso daba trabajo a mexicanos de todo el país. Hoy somos el estado con mayor desempleo. Pero claro, aseguran que abatirán la pobreza con ese goteo hacia abajo, que es el mismo cuento de siempre sólo con distinto nombre y personajes. No se abate la pobreza, pero en cambio, estrategias extractivistas como ésta, dejan devastación por el agotamiento de recursos naturales, destrucción irreparable de ecosistemas, miseria y muerte. Otra observación interesante. Resulta que las ZEE sólo se instalan en lugares tradicionalmente colonizados: Brasil, Panamá, India, Corea del Sur, Irlanda, Polonia, China y ahora México así como la región de África: Nigeria, Egipto, Kenia, Zambia, Namibia, Etiopía, Marruecos, Zimbabwe y Botswana; todos ellos con grandes reservas petroleras y otros ricos minerales. En sentido contrario, resulta sospechoso que no encontramos ninguna ZEE en países como Alemania, Holanda, Francia, Inglaterra, Canadá, etc., naciones muy celosas de su soberanía y conocidas por almacenar riqueza, no por abrir sus fronteras a la inversión y mucho menos sus sectores estratégicos. Igualmente, tampoco encontramos ZEE en países sudamericanos, que tienen una larga lucha contra organismos financieros mundiales que los tienen sometidos a un golpeteo incesante. Esto parece reafirmar la tesis bastante difundida de que las ZEE suponen una nueva forma de coloniaje: privilegio para países ricos, so pretexto de ayudar a los pobres, sin que inviertan un peso de desarrollo social, porque eso de acuerdo a esta ley, le corresponde al pobre país al que le hacen favor de ir a saquear, perdón, invertir.
  3. Tercer foco rojo: Las condiciones. Antes de que aterricen las inversiones extranjeras –que son una condición segunda; se requiere asegurar una condición primera: una baja calificación de incertidumbres económicas, llamadas también riesgo-país. Esa es condición fundamental para que inversionistas extranjeros pongan dinero en un país. ¿Hay certidumbre para que las inversiones rindan el retorno del capital invertido y la ganancia proyectada? La medición riesgo-país tiene indicadores financieros, políticos, económicos, sociales, etc. Por ejemplo, le mide el tono a la estabilidad gubernamental, a las condiciones socioeconómicas, a la corrupción, al Estado de Derecho, a las tensiones étnicas, a la calidad de la burocracia, a la Transparencia y Rendición de Cuentas gubernamental, al estado de la Seguridad pública, de calma o irritación social y cualquier eventualidad que surgiera y pusiera en peligro las inversiones, como una guerra civil, etc. Y no es que a los inversionistas les interesa la paz de la gente o del lugar donde van a invertir, sino que si hay paz social, sienten la certidumbre de obtener sus ganancias proyectadas y el retorno de su inversión. ¡Que sientan seguro el biznes pues! El problema es que para que exista paz social; la condición sine qua non es la justicia; y aquí es donde entra mi pesimismo. Mientras la gente no perciba la justicia como una realidad; el reclamo social y el disturbio seguirán siendo la piedra en el zapato. ¿Vendrán inversiones a un lugar donde de la nada aparezcan los que cobran derecho de piso, amenazan, extorsionan, asaltan, secuestran, roban combustible sin nadie que garantice esa paz y seguridad, porque las autoridades locales miran para otro lado o en el peor de los casos son parte del problema? ¿Puede haber tranquilidad donde se despide a miles de trabajadores sin indemnizarlos? ¿Es posible vivir en paz, donde las fuerzas de seguridad arrastran de los pelos a ancianos o a mujeres que, en el afán de buscar el pan de cada día, realizan comercio ambulante? ¿Se puede garantizar la paz con el garrote y el silenciamiento a las voces de reclamo? A favor puedo afirmar que sí van a lograr un tipo de paz, la pax romana –que se edificaba sobre la sangre de los opositores— pero no la verdadera paz que se persigue como un bien universal de los pueblos.

Por último, aunque la corrupción está ya mencionada, merece abundarse, pues es un mal que socava todo intento de desarrollo aquí y donde sea. Por tanto, mientras no se entienda que es un modelo extractivista y explotador indiscriminado de recursos, que solo persigue como fin la maximización de ganancias, sin respeto a las personas y a la vida humana en conjunto: animales, la tierra, el agua, etc. Además, mientras la ambición y codicia siga cegando las conciencias de los ricos y sus aliados, so pretexto de progreso o desarrollo, sin columbrar el sombrío futuro que se le deje a las generaciones por venir; y mientras los gobernantes no se conciban a sí mismos como servidores de sus pueblos y constructores del bien común; la corrupción seguirá. Seguirá la impunidad, la falta de justicia, la formulación de uno, otro y otro y otro y otro nuevo plan “mejor” que el anterior pero sin conseguir los resultados prometidos. Veo imposible que ese instrumento de ley contribuya a abatir la desigualdad que pregona en Campeche; pues riqueza en recursos naturales no nos falta, lo que nos sobra y mucho es corrupción y es ella justamente la que mantiene y da vida a las contradicciones económicas y sociales que señala el instrumento, no solo en la región, sino en el país y en el mundo. En suma, la corrupción por encima de las demás razones desinfla el optimismo y prende las alarmas para que vinculemos la historia a nuestro presente y en cuanto se trate de planear el futuro; aprendamos de ella. La LZEE es preocupante, más por lo que no dice que por lo que dice y de todo corazón deseo que de verdad sí sea la hora de Campeche y yo sea la equivocada. ¡Al tiempo!

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