DestacadosEcologíaEn riesgo salud ambiental y calidad del agua, con agricultura industrial

admin31/03/2016

30agri Investigadores de Epomex-UAC y Greenpeace México urgen al gobierno a apostar a la agricultura ecológica y abandonar el modelo industrial de la producción de alimentos -como el del programa estratégico de palma africana, promovido por los gobiernos estatal y federal-. 30agri1 Por Daniel Sánchez CAMPECHE, Cam. 30 de marzo del 2016.- Investigadores de Epomex-UAC y Greenpeace México señalaron que “es urgente que nuestro gobierno apueste a estas alternativas (de la agricultura ecológica) y abandone el modelo industrial de la producción de alimentos” –como el del programa estratégico de palma africana-, porque “la agricultura de alta tecnología tiene muchas facetas que ponen en riesgo la salud del medio ambiente y en especial, la calidad del agua”. “Generalmente, la agricultura moderna implica abrir nuevos espacios para los cultivos, lo que conlleva la tala de bosques para tener suelo, que muchas veces, no son aptos para el cultivo. Debido a lo anterior, los principales impactos de la agricultura moderna son la deforestación, que genera de manera indirecta una pérdida de biodiversidad y erosión del suelo”, expresaron. “También ocasiona el agotamiento de mantos acuíferos, así como la liberación de gases de efecto invernadero y uso intensivo de fertilizante y plaguicidas. Esto último trae como consecuencia la contaminación por agroquímicos de las aguas superficiales y subterráneas de áreas aledañas a los cultivos”, puntualizaron. En el artículo “Agricultura y calidad del agua”, de Jaime Rendón von Osten, de Epomex, y Sandra Laso, de Greenpeace México, publicado en el boletín informativo Jaina, volumen 26, número 2, del cuatrimestre septiembre-diciembre de 2015, se concluye que “es necesario privilegiar la agricultura ecológica, sin el uso de agrotóxicos, fertilizantes y transgénicos, que ponen en riesgo la salud del ser humano y del ambiente”. “La Península de Yucatán tiene casos exitosos de cultivos, como la milpa y la apicultura, que protegen el medio ambiente y permite el desarrollo de especies benéficas para la alimentación de las personas, así como la conservación de los ecosistemas”, indicaron. “Asimismo, en la sociedad es importante promover una dieta saludable con alimentos sin residuos de agrotóxicos, mediante una agricultura ambientalmente compatible. Es necesario resaltar que la agricultura ecológica es la base de un sistema agroalimentario sustentable”, agregaron. “Debido a lo anterior, es vital diseñar e implementar políticas y programas de desarrollo de buena calidad agrícola, la cual se lleva a cabo en países desarrollados, por lo que es urgente que nuestro gobierno apueste a estas alternativas y abandone el modelo industrial de la producción de alimentos”, apuntaron. En el texto, Rendón Von Hosten y Laso manifestaron que “se sabe que la deforestación tropical ocasiona la pérdida de alrededor de 14 millones de hectáreas cada año. Asimismo, un estudio reciente, indica que si se mantienen las tendencias actuales de intensificación de la agricultura en las naciones más ricas y la deforestación en las naciones más pobres, aproximadamente desaparecerán mil millones de hectáreas de tierra a nivel mundial para el año 2050, con alrededor de 3 Gt/año de emisiones de CO2-C y de cerca de 250 Mt/año de nitrógeno”. “Por otra parte, la deforestación de terrenos para la agricultura provoca la desaparición de un gran número de ecosistemas y hábitats, además de que si se cultivan con una sola variedad de planta conduce a un empobrecimiento radical del ecosistema”, advirtieron. “La Lista Roja de especies en peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (iucn-2000) indica que las actividades agrícolas están afectando al 70 por ciento de todas las especies de aves amenazadas y al 49 por ciento de todas las especies de planta”, abundaron. “La erosión del suelo ocasionada por el arrastre por parte de las aguas o los vientos ocasionan una pérdida importante de substrato, ya que según datos de la FAO (1996), en todo el mundo, se pierden anualmente entre cinco y siete millones de hectáreas de tierra cultivable”, asentaron. Expusieron que debido a que la agricultura necesita el 70 por ciento del agua que emplea el ser humano, las fuentes hídricas sufren una alta presión por su uso, principalmente los mantos acuíferos. “Por otra parte, la actividad agropecuaria genera emisiones de dióxido de carbono, estimándose en el 2001 que las emisiones crecieron de cuatro mil 700 millones de toneladas de equivalentes de dióxido de carbono (CO2eq) a más de cinco mil 300 millones de toneladas en el 2011”, mencionaron. Afirmaron que “una de las formas de tratar de incrementar la producción agrícola es mediante el uso de fertilizantes y plaguicidas. Sin embargo, muchos de los plaguicidas autorizados en México para el control de plagas han sido prohibidos o restringidos en otros países, principalmente los desarrollados, ya que se ha demostrado que tienen efectos adversos en los organismos y en el ambiente, tales como contaminación de suelos, así como de agua superficial y subterránea”. “Además de los efectos a corto plazo de los plaguicidas, muchos tienen efectos a largo plazo, tales como cáncer y/o alteraciones en el sistema reproductor e inmunológico”, citaron. Sobre la contaminación del agua, los investigadores sostuvieron que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) indica que la agricultura ecológica certificada se ha incrementado entre 1990 y 2004, incluso por lo que representaba menos del 2 por ciento de la tierra agrícola total en 2002-2004. Sin embargo, el porcentaje es más alto (6 por ciento) en la mayoría de los países europeos, pero mucho menor (1 por ciento) en los países principalmente no europeos de la OCDE, incluyendo a México. “A pesar de esta mejoría, los niveles absolutos de la contaminación por nutrientes agrícolas siguen siendo importantes en muchos casos, principalmente en el caso de las fuentes difusas de contaminación por parte de la actividad agrícola, ha ido en aumento principalmente por nutrientes, tanto en la superficie, como en las aguas costeras. “Casi la mitad de los países de la OCDE registra que las concentraciones de nutrientes y plaguicidas en aguas superficiales y de aguas subterráneas en las zonas agrícolas exceden los límites de nutrientes y plaguicidas para agua potable. Sin embargo, el impacto de la agricultura va más allá, ya que ríos, lagos y aguas marinas muchas veces los residuos de plaguicidas exceden los límites de directrices para el medio ambiente y/o para uso recreativo. “Con respecto a las aguas subterráneas, según la OCDE, la agricultura es ahora la fuente de contaminación por nutrientes y plaguicidas más importante en muchos países de la OCDE, debido principalmente a que otras fuentes de contaminación del manto freático se han reducido. “Por último, en el mismo estudio se menciona que retirar los residuos de plaguicidas del suministro de agua potable, se estima que costará alrededor de 160 millones de dólares (£ 110 millones) al año, esto es, sin tomar en cuenta el impacto económico que tienen los plaguicidas sobre la vida silvestre. El caso de Hopelchén “En México, se tienen grandes extensiones de cultivos, principalmente en los estados agrícolas por tradición, tales como Sinaloa, Veracruz, Sonora, Chiapas, Tamaulipas, por mencionar solo algunos. En Campeche, se tiene el caso de la agricultura en el municipio de Hopelchén, el cual, en los últimos años, ha tenido un incremento en las hectáreas abiertas a la agricultura. “The Nature Conservancy (tnc) indica que en los últimos años en la Península de Yucatán han sido deforestadas alrededor de 80 mil hectáreas anualmente, y que en el 2013, más de 38 mil hectáreas de cobertura forestal en el estado de Campeche desaparecieron. “En específico, entre 2000 y 2008, Hopelchén perdió poco más de 22 mil hectáreas de selva. El uso masivo e intensivo de plaguicidas en Hopelchén, en los cultivos de sorgo, jitomate, maíz, entre otros, origina la contaminación de las aguas subterráneas, ya que muchos plaguicidas tienen una vida media de varios meses, lo cual les confiere la capacidad de permanecer mucho tiempo en el ambiente. “En un estudio realizado en el 2010, se mostró que existen residuos del herbicida 2,4-D en agua de pozo de algunas localidades de Campeche, incluyendo Hopelchén. Aunque no se ha realizado un estudio sobre la presencia del herbicida glifosato, el cual es usado masivamente en México, se ha demostrado que este producto se puede encontrar en el agua subterránea, tal y como se detectó en el 10 por ciento de las muestras de agua analizadas en cuencas urbanas de Canadá. “Como se mencionó, la agricultura intensiva requiere grandes cantidades de agua, y en el caso de la región de Hopelchén, se ha observado que lagunas como la de Cancabchén y la Laguna Ik, prácticamente se están secando. En la Laguna Ik, declarada el 25 de abril de 2013, patrimonio Biocultural-Hídrico del Municipio de Hopelchén, han sido deforestadas más de mil hectáreas de selva que la rodeaban, principalmente para el uso agrícola. “Recientemente, con el fin de conocer si existen residuos de plaguicidas en la costa de la Península de Yucatán, Greenpeace y el Instituto Epomex de la Universidad Autónoma de Campeche llevaron a cabo, a bordo del barco Esperanza, un muestreo de agua en diferentes sitios de los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche para analizar la posible presencia de agrotóxicos y nutrientes que posiblemente procedan de fertilizantes en la zona. “Por otra parte, la presencia de altas concentraciones de nutrientes generados por actividades humanas, por ejemplo, materia orgánica y exceso de uso de fertilizantes en la agricultura, pueden potenciar la aparición de algas y su crecimiento.

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