OpinionInsidia vs Layda

admin21/02/2016

2MOO Por Arturo Moo Cahuich La piel sensible del gobierno estatal -a la crítica y el análisis-, lo hace estallar encolerizado y ordena tronante: Pregúntenle a Layda ¿Qué ha hecho por Campeche? ¿Qué ha aportado? Porque sólo critica. Y de inmediato ponen en marcha la insidia contra la legisladora Sansores. Todo, porque el partido Morena ha profundizado en temas de presupuesto estatal, calidad de obras públicas, nepotismo, inseguridad, transparencia, honestidad, entre otros. La administración estatal de Moreno Cárdenas teme a la crítica y el análisis. Su óptica es una entidad color de rosa donde los eunucos rindan pleitesía a la cofradía tricolor, sin importar que Peña Nieto encabece una administración de corruptos e incapaces y su moral pública sea la producción de Moreiras. Así, los primeros asomos de cólera oficial, porque se le cuestionó la aplicación de casi mil millones de pesos, cualquier bagatela dirían. Pero es equivalente al presupuesto municipal anual en Campeche o Carmen y para Calkiní representa cuatro años de recursos, esta primera banderilla le caló muy hondo. Y quieren cerrar el capítulo con justificaciones, más no con seriedad. Después, otro cuestionamiento porque mediatizan inversión de recursos, como si fueran frescos, y resulta que son los que dejó Purux. Así como por la retahíla de pésimas obras en los municipios de la entidad y el botón dorado de corrupción en Calkiní, donde por cierto “sedujeron políticamente” al alcalde ganador bajo las siglas de Morena. Mal, muy mal están en el gobierno estatal, cuando quieren escuchar sólo aplausos unánimes y halagos sin razón. Hasta el corso infantil utilizan para autoengañarse. Truenan contra cualquier crítica. Quieren olvidar que apenas alcanzaron 140,435 votos en la pasada elección y la cifra opositora más de 200 mil, de un padrón de 600,000  electores. Equivocan rumbo mandatario, equipo y corifeos, al creer que gobernar equivale al sometimiento de todos. Hablan de respeto a la pluralidad, pero los hechos los contradicen. Pregonan honestidad y anticorrupción, pero de saliva. La realidad es otra. Las políticas públicas de un gobierno convencen por sus resultados, no por la vanagloria. Quieren denostar a Layda Sansores y a los críticos, sin argumentos valederos. Saben que ella es desde hace dos décadas opositora al régimen tricolor y a las acciones perversas. También saben que desde el Congreso federal ha pugnado a favor de la petroquímica y contra el desmantelamiento de ésta. Opositora al incremento del IVA, que pasó del 10 al 15% para dañar el bolsillo de los mexicanos. Estar en contra de las reformas estructurales de Peña Nieto, a quien por cierto, frente a frente, le pidió que renuncie para bien del país. A sabiendas de que Layda, es una férrea opositora al gobierno federal con argumentos sustentados, quieren saber qué migajas le concede éste, para que brille su trayectoria política personal. Qué contrasentido. El ardor y la envidia les impiden dimensionar que Layda Sansores es figura nacional e internacional, por su desempeño legislativo, aunque duela a sus detractores. La cinta Presunto Culpable, que exhibió el actuar erróneo de la justicia mexicana, obligó al gobierno a corregir el rumbo. Los juicios orales están en marcha. Para los olvidadizos, Campeche inició su verdadero despertar a la democracia en 1997. Más de 100 mil campechanos se hicieron antipríistas y dos décadas después continúan con el mismo ánimo, pero ahora son 200 mil. Por ello es ridículo pretender unanimidad en torno a una persona cuya trayectoria juvenil desastrosa sigue en la memoria colectiva. El tiempo de los dictadorzuelos es caduco. El diálogo y la tolerancia, cuando existen, se notan. También es notorio el encubrimiento gubernamental, cuando los señalados por actos de corrupción reciben nombramientos oficiales. Y entonces no parece equipo, sino pandilla. Por ello, decir la verdad cala hondo, muy hondo. Máxime cuando hay la advertencia de que el gobierno estatal no tendrá ni incienso, mirra, o tregua. Responder con insidia a las críticas, sólo exhibe la carencia de sensibilidad política.

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