Por Carlos Cervera Ancona Este podría ser el caso de un buen número de servidores públicos, a quienes siempre por siempre los han mantenido detrás de jefecillos improvisados, recomendados por algún gallón o impuesto por el ‘gallón’ principal, sin percatarse que en el departamento estatal a su disposición, está desde hace muchos años un buen empleado que, además de conocer a la perfección el desempeño del cargo, responsabilidad y encontrar la solución a muchos asuntos, sin que llegue el problema al cuarto piso del Palacio de Gobierno, ellos siguen ahí esperando ‘su’ turno que, muchas de las veces, no les llega jamás. Este podría ser el caso del profesor Juan Ramón Lara Rejón, quien callada y disciplinadamente, ha estado esperando del jefe ‘mayor’, la oportunidad que políticamente se le ha negado. Decimos políticamente, porque no hay otra manera de llamar a estas cosas. Juan Ramón lleva muchos años en el servicio público, callado, obediente, responsable, siempre detrás de jefes que nada saben de la encomienda, y que el buenazo de Lara Rejón los pone al tanto de lo que se hace; en la Dirección de Gobernación Estatal, esta ha sido la tarea callada del citado profesor. Caso parecido sucedía con otro funcionario, siempre de ‘segundón’, hasta que le hizo ‘justicia la Revolución’. Nos referimos a Hugo Villa Obregón, a quien siempre lo mantenían tras de algún improvisado jefecillo o jefecilla, como fuese la última con ese cargo injustamente, sin saber algo de algo. Si el personaje aludido, Villa Obregón, es quien sabe de cambios climáticos y lo concerniente a tempestades, por qué lo mantenían de ‘segundón’, nadie se lo explica. Qué bueno que por fin le dieron su oportunidad al buen amigo de Hugo Villa, en verdad se la merecía. Puede que el gobierno actual no tenga reales conocimientos del eterno ‘segundón’ en Gobernación estatal, como es el profesor Juan Ramón Lara Rejón, quien cumple a cabalidad en ese complicado departamento, donde ha laborado y permanecido recibiendo órdenes del jefe en turno, sin chistar, ni renegar de algo por alguien. Lo único que espera nuestro buen amigo es la jubilación o la pensión del gobernante en turno. Nuestro personaje tiene tantas anécdotas para contar, que podríamos llenar varias planas de periódicos con sus andanzas en Gobernación, y en los otros encargos conferidos, ojalá cambie la suerte y llegue a jefe Juan Ramón, se lo ha ganado a pulso. Espero no perjudicar al buen amigo con este muy personal comentario.
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