Por Roberto Grajales Nuestro país atraviesa por momentos críticos. El asesinato de 3 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y la desaparición de 43 más de ellos, mantienen a México en un estado de indignación y repudio hacia los malos gobiernos. Y conforme pasan los días, la irreconciabilidad de las clases sociales se ve más marcada. Pareciera que las cosas se le están saliendo de control al Estado, pero no es así, pues mientras más crece la rabia del pueblo, el Estado más impone su postura de clase, la burguesa, por supuesto. Prueba de ello está en los discursos que los miembros del Estado ofrecen sin dudar. Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa Nacional, en uno de sus discursos, afirmó que “las fuerzas armadas de México mantienen una firme lealtad hacia la institucionalidad” ¿Qué quiere decir esto en un país cuyos ciudadanos están luchando contra las instituciones corruptas? Sí, significa exactamente lo que se lee, el secretario de Defensa ya ha fijado su postura de clase y con ella, la del ejército de México. Quiere decir que no están titubeando, y que están dispuestos a agarrarse hasta con las uñas de sus puestos de poder. Caso similar pasó en Campeche, cuando el gobernador Fernando “El Purux” Ortega mencionó en un discurso, “que limpiaría la policía estatal, dejando solo a los elementos leales al Estado”. Como resultado de esta lealtad, agentes de la policía estatal mataron a un hombre en la comunidad de Bolonchén de Rejón, Hopelchén, Campeche. Entonces, esto quiere decir que si la fuerza del Estado es fiel a éste, por ende, está en contra de nosotros, el pueblo trabajador. Y esto no es novedad, lo ha estado siempre. Lo han demostrado, cuando nos despojan de nuestros recursos, cuando nos despojan de nuestro territorio, cuando nos despojan de nuestros derechos. Pero ¿Por qué ahora ellos fijan su postura? Porque el Estado le teme a un estallido social ¿Por qué el Estado le teme a un estallido social? Porque perderían todos los privilegios que como clase explotadora tienen. Antes de perderlos, prefieren declararle la guerra al pueblo, que es lo que ahora han hecho. De la misma manera, nosotros tenemos que fijar una postura de clase, asumirnos proletarios, asumirnos explotados. Es tiempo de arrebatar de las manos de los farsantes la justicia y aplicarla con todo el poder popular. ¿Manifestaciones pacíficas? Más bien se vive violencia unilateral, porque el Estado si nos golpea, nos encarcela, nos persigue, nos desaparece. Pero el Estado dice: no se debe exigir violencia con violencia ¿Esto significa que debemos seguir aguantando la violencia que el Estado ejerce sobre nosotros? ¿Debemos seguir jugando con las reglas del Estado? ¿Reglas que están hechas para que el Estado siempre salga ganando? ¿Podemos creer que a través de sus elecciones y sus instituciones puede llegar nuestra libertad? El Estado sonríe cuando nosotros aceptamos lo que nos dice, cuando sentimos miedo de expresar lo que sentimos, para no perder nuestro trabajo, o la oportunidad (que nunca llegará) de conseguir uno digno. Debemos estar dispuestos a devolver golpe con golpe, porque hasta el día de hoy, los muertos, los desaparecidos, los encarcelados, los hemos puesto nosotros. Golpe por golpe, hasta desplumar al zopilote, pluma por pluma.
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