OpinionIndignación cíclica; el fuego que viene

admin21/10/2014

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Por Roger Elias Cornelio Sosa CAMPECHE, Cam. 21 de octubre.- Todos con sus estilos propios. Usos y costumbres acreditados. Criterios definidos. Unos más fuertes; otros que les tiembla la pluma. Eso sí, todos los medios de comunicación -opinadores y articulistas- coinciden en que este domingo 26 habrá protesta fuerte; el fuego que viene. Al margen del sesgo cínico de las televisoras oficiales, nadie evade la gravedad de la crisis nacional. La prestigiada revista Proceso, los periódicos La Jornada, El Universal, Reforma; Carmen Aristegui en CNN, los columnistas Ricardo Alemán, Pablo Hiriart y muchos otros, abordan el tema con la gravedad debida. No se trata de AMLO, que tiene en agenda esta marcha desde hace dos meses. Tampoco es lo del IPN, ni lo de Ayotzinapa. Menos aún la suma (¿oportunista?) del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) o la participación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). No. Se trata de catarsis, del desahogo y la vomitiva por el estado asfixiante en el país, que es la multiplicación de decepciones. No nos engañemos. Tampoco es Peña Nieto, ni la Dictadura Perfecta; acaso Carlos Salinas, el Chupacabras o el Narco? Podría ser. Pero cualesquiera de las causas, lo cierto es que México está al borde de algo grande, cíclico tal vez. Algo que no podemos ignorar con cerrar los ojos o enterrar la cabeza, como avestruz moderno. Todo es algo que tiene que ver, quizá, con la educación o ausencia de ella; sistema de gobierno, herencia impía de idiosincrasia nuestra. El fuego que viene. Catastrófico diagnóstico. Frase lapidaria. Mecha y pólvora dispuesta para el festín de la anarquía. Ingobernabilidad que nadie quiere, pero que, inevitablemente, asoma sus narices. Desorden en puerta, caos y desmanes. Disturbios, rapiña y heridos. ¿Acaso más muertos… sangre inocente? Cuidado. Quien encienda la hoguera tendría antes que medir las consecuencias. El fuego consume parejo a todos: azuzadores e inocentes; gobernantes y gobernados. Apostemos por la conciliación. Aboguemos porque las partes, culpables e inocentes, resuelvan lo conducente. Sueño utópico, mundo onírico o quimera que ilusiona… tal vez. Pero quedarse cruzado de brazos es peor. Por ello la insistencia a participar, a estar informado y organizarnos. Solos no somos nada; juntos, fuerza avasalladora. Las campanas doblan para todos. Acudamos a su llamado… Aún estamos a tiempo.

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