CIMACFotos: César Martínez López Por Carlos Cervera Ancona El caso de secuestro y seguramente, asesinato de los jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, fue y es hasta estos momentos un misterio, pues se acusó a policías de Iguala, de estar a las órdenes del crimen organizado, coludidos con los gobiernos estatal y municipal, de extracción perredistas, para beneplácito de los priistas. Pero no solamente secuestraron a los delincuentes a los 43 de Ayotzinapa, se llevaron también a 31 estudiantes de la secundaria Justo Sierra, de Cocula: jovencitas, casi niñas, de 13 años, y los varones mayores de 17 abriles. Una valiente madre, exponiendo la vida, declaró que no habían denunciado porque fueron amenazados de muerte por parte de los del crimen organizado. Les dijeron que si ponían alguna denuncia a las familias enteras, las matarían. Por eso, el silencio a nuestro dolor, decía doña Rosita, la única madre que se armó de valor, aunque por temor por las amenazas a sus familiares, esperó demasiado. En el caso de Cocula, como en el de Ayotzinapa, no fue directamente el corrupto sistema político que gobierna en el país,  sino las mafias del narcotráfico, que mantienen de cabeza a una gran parte del territorio nacional. Indudablemente, mucha culpa tienen las autoridades de los grandes problemas que atraviesa México y sus alrededores, más que por incompetentes, por desobligados. Ahí podría estar la inmediata solución a las broncas que están dejando muy mal a México. Los cambios de algunos colaboradores en su gabinete, están haciéndose necesarios, si les pone un poco de atención a dos o tres secretarías, notará los yerros desde el primer momento, señor presidente. Ya recibió México y su presidente el apoyo de tres o cuatro países centroamericanos, que seguramente han sufrido este tipo de penalidades, y aseguran que nuestro país saldrá bien de sus numerosas broncas.  El mismo Estados Unidos, que se cree el país más justo en el continente, está ventilando en estos momentos el asesinato del joven negro, y el niño que otro policía mató, porque lo ‘amenazó’ con una pistolita de juguete. Los policías que supuestamente entregaron a los estudiantes, en Ayotzinapa, a un cartel de  narcotraficantes y estos los asesinaron  cruelmente, es a estos desgraciados delincuentes a los que deberían buscar y castigar, y no dedicarse a quemar, destruir y  robar, como lo están haciendo, pues en nada ayudan a los adoloridos padres de los jóvenes desaparecidos, que ojalá encuentren con vida para beneplácito de padres y madres de los 43 normalistas.