Por: Astrid Dzul Hori
La película: las dificultades de ser artista en Campeche.
No es muy común que en Campeche haya eventos artísticos organizados de manera independiente. En la mayoría de los casos, se llevan a cabo bajo la sombra de la Secretaría de Cultura. No obstante, el pasado 7 y 8 de abril se estrenó, en el cine universitario “Joaquín Lanz”, La película (2022). Se trata de una producción independiente, 100% campechana, escrita y dirigida por Max del Río, y protagonizada por Martín Méndez, alias La Bomba. La película retrata las dificultades materiales y existenciales que atraviesa Tomás Cruz, un adolescente campechano, al tratar de producir su primera película. No sólo porque los fondos estatales, destinados al fomento cultural, están limitados a ciertas temáticas acorde a la agenda política en turno, sino también por la poca fe que hay en los proyectos artísticos emergentes.
Para haber sido un evento autogestivo -por parte del crew de la película, así como de familiares y amigxs- me pareció un completo éxito. No me refiero sólo a la organización del evento, sino también a la producción misma. La disfruté mucho audiovisual y narrativamente. En lo personal, me parece valioso que, a pesar de todos los pronósticos negativos y la poca fe que la gente pueda llegar a tener en el arte emergente, haya personas que se entreguen a sus convicciones y proyectos con tanta dedicación.
Después de ver la película, me quedé reflexionando sobre tres cuestiones, principalmente: 1) cómo representamos “lo campechano” y qué es lo que buscamos resaltar, 2) qué es lo que validamos como artístico en los proyectos emergentes, y 3) la importancia del reconocimiento de lxs otrxs para continuar con nuestros proyectos.
Respecto a la primera cuestión, me parece interesante que la película representa una de las interrogantes que pocas veces nos hacemos como campechanxs: ¿qué es ser campechanx hoy, en el siglo XXI? Muchos de los proyectos culturales que se realizan para publicitar al Estado tienen que ver con los mayas, como bien alude la película. No obstante, ¿qué tienen qué ofrecer lxs campechanxs de hoy a su Estado? ¿Cómo queremos ser representadxs? ¿Qué queremos resaltar de la diversidad de formas de vida que hay en Campeche? Mucho crédito y potencial se le quita a Campeche por las carencias que hay en los ámbitos económicos, culturales, urbanos, etc. ¿Por qué quedarnos con ese discurso? ¿Qué puede hacer el arte o el/la artista emergente para cambiar eso?
La segunda cuestión -sobre lo que validamos como artístico en los proyectos emergentes- me hace pensar en lo que consideramos que vale la pena y lo que no. Esta distinción es fundamental para visibilizar y dar voz a ciertos discursos respecto de otros. En espacios con creencias estancadas, que se acomodan en los lugares de siempre, atreverse a hacer algo nuevo o subversivo resulta inapropiado o no valioso. La película nos invita a llevarnos a nuevos lugares, a explorar nuevas formas de lo que pudiese ser arte. El arte no sólo está en el orden y en la armonía, sino también en lo transgresor, en lo que incomoda y lo que traviesa. Los diálogos de la película me llevaron de lugares comunes, a la incomodidad, especialmente por la exploración que hace del clasismo y el racismo que hay en el estado y en las producciones audiovisuales mexicanas. Asimismo, las locaciones representan esa diversidad de lugares que representan el espacio de la cotidianidad en Campeche. Nada sobrepuesto ni fingido. Es un arte que se aproxima a la cotidianidad de un lugar infravalorado hasta por sus mismos habitantes.
La realidad del personaje de Tomás Cruz es la de muchxs jóvenes en Campeche (y seguramente de muchas otras partes más). Hay proyectos y sueños que se quieren llevar a cabo, pero las creencias estancadas están a la orden del día: “no vas a poder”, “¿de qué vas a vivir si estudias aquello?”, “¿de dónde sacaste esa idea tan tonta o absurda?”. Como éstas, muchas expresiones y preguntas más que sólo mandan por la borda el ímpetu que hay en el hacer, especialmente de la juventud. La película materializa las ideas que van en contra de estas expresiones negativas. Nos recuerda que para ser quienes queremos ser, para ir tras nuestros proyectos de vida, a veces hay que dar la espalda a la comodidad, a lo que consideramos el lugar seguro. Para hacer hay que afrontar. ¿Afrontar qué? Lo que sea necesario.
Espero que más adelante La película circule por más lugares y por más tiempo en Campeche, así como por el resto de México. Me parece que puede inspirar y motivar a la juventud a creer en sus proyectos y llevarlos a cabo, no dejarlos como sueños o ideas. De igual manera, espero que motive a no estancarse en creencias caducas que sólo conducen a los mismos lugares de siempre, a los lugares comunes: a vivir según lo que se espera.