DestacadosOpinionEntre líneas y grietas / The Lost Daughter y algunas crisis respecto a la maternidad.

Ronny Aguilar10/02/2022

 

Por Astrid Dzul Hori

Entre líneas y grietas / The Lost Daughter y algunas crisis respecto a la maternidad.

Hace unos días vi la película The Lost Daughter (2021), dirigida por Maggie Gyllenhaal, y protagonizada por Olivia Olman, Dakota Johnson y Jessie Buckley. La historia está basada en la novela de Elena Ferrante, La hija oscura. La película retrata la lucha interna de Leda, una notable profesora de universidad y madre de dos hijas. Leda viaja a una playa en Italia para descansar. En su viaje conoce a Nina, una joven madre, y a su pequeña hija, Elena. La relación entre estas dos le trae recuerdos poco placenteros de su propia experiencia como madre.

Dos temas que sobresalen en la película son la maternidad y la pérdida de la identidad individual. Ambos me parecen particularmente interesantes para ser abordados desde la perspectiva de alguien que nunca ha sido madre, ni se ha encontrado en una situación similar. ¿Por qué? Porque la idea de maternidad no sólo moldea y rodea a las mujeres que son madres, sino también a quienes no lo somos (y que no sabemos si queremos serlo alguna vez). La expectativa social de ejercer la maternidad está latente a todo lo largo y ancho de la vida de cualquier mujer. Por lo que, dialogar los afectos, las preocupaciones y los sesgos en torno a la idea de maternidad me parecen, en lo personal, muy sanador.

Me interesa abordar tres cuestiones de la película—relacionados con la maternidad y la pérdida de la identidad individual—: el hartazgo y la frustración de Leda respecto a los cuidados de sus hijas, el descuido de su carrera profesional, y su obsesión por la muñeca que le roba a Elena, la hija de Nina.

Constantemente se romantiza la maternidad. Se reproducen mucho los discursos de que la concepción es algo bonito, que lxs hijxs son una bendición (que implica responsabilidad, pero al final, algo gratificante), las representaciones comerciales de la maternidad rebozan ternura y una estrecha conexión entre las madres y sus hijxs. El problema no es que los discursos y las representaciones se acerquen a la realidad, sino que se deja a un lado lo que se deja a un lado cuando se decide voluntariamente (o no) ser madre. Por ejemplo, la profesión y los proyectos personales al margen de la maternidad.

Asimismo, ¿qué tanto se habla abiertamente de otro tipo de pensamientos durante la maternidad como el hartazgo, la pesadumbre, el dolor y la frustración en el proceso de educar a lxs hijxs? El personaje de Leda es el retrato de la pérdida de la identidad individual en los cuidados propios de la maternidad, y en la dinámica matrimonial en la que su esposo no tiene ningún papel en la crianza de las hijas. Los pocos momentos que tiene Leda para trabajar en lo que le apasiona y la dinámica del hogar provocan que pierda los estribos sobre cómo proceder en la vida de la mejor manera posible.

Ante dicho retrato del hartazgo y de frustración, me surgen las siguientes preguntas: ¿Qué tan normal es preguntarse quién se es muy a pesar o a partir de la maternidad? ¿Se puede ser alguien más allá de ser-madre? ¿Quién soy, además de ser madre? Estas preguntas pueden resultar absurdas a los ojos de muchas personas, no obstante, me parece que resulta muy normal que las mujeres que deciden ser madres construyen su proyecto de vida alrededor de ello, dejando a un lado otros ámbitos de la vida de los que también son parte en el momento de reconocerse social e individualmente. Por eso, en lo personal, son cuestiones que me dejan entre la espada y la pared cuando el tema de la maternidad sale a discusión.

Además de estas cuestiones sobre el ser-madre, me parece que el hartazgo, como el que manifiesta Leda, no es algo que se aborde constantemente en relación con la maternidad. ¿Qué queda después de una entrega total a lxs hijxs? ¿Qué sucede cuando se van? ¿Por qué es imperativos para las madres estar siempre? El personaje de Leda evidencia la vergüenza y la culpa de haber abandonado a sus hijas y, después, de haber vuelto por ellas. Una prueba de ello es su obsesión por la muñeca que le roba a Elena, ¿qué significa para ella? En lo personal, me parece que representa la conexión “fallida” con su lado materno. Esto me conduce a la siguiente cuestión, ¿qué significa ser una buena madre? ¿hay alguna guía moral para serlo? Estas últimas preguntas están circunscritas a la presión social y la preocupación personal de “ser una buena madre”. Dicho imperativo se halla presente en contextos diversos, sin importar si se vive en una situación precaria (abandono, enfermedad, adicciones, etc.) o no.

En la mayoría de los casos, la presión de este imperativo supone abandonar o postergar indefinidamente los proyectos personales y laborales. Principalmente, porque en la dinámica familiar, es sabido que las mujeres toman el rol de cuidadoras. Precisamente, Leda representa la explosión de dicho imperativo: lo que sucede cuando no hay un equilibrio entre ser-madre, ser-mujer y ser-profesionista. Cuando el deseo por prosperar profesionalmente es mayor a mantenerse en casa sola con las hijas todo el tiempo. De igual manera, ¿qué sucede con el ejercicio de la sexualidad? Hay una escena en donde Leda se masturba frente a la computadora mientras trabaja con los audífonos puestos. Este momento, se ve interrumpido por sus hijas, que llegan gritando a decirle que la llaman por teléfono. ¿Por qué Leda se masturba mientras trabaja? ¿Acaso es el único momento que tiene para ella misma? Definitivamente, el erotismo durante la maternidad es un tema que vale mucho la pena cuestionarse y replantearse, dado que forma parte de las esferas del ser humana.

Para finalizar, he de decir que lo que escribí en este espacio son algunas reflexiones propias que he tenido sobre la maternidad, así como temores y prejuicios que, como yo, muchas otras mujeres pueden compartir. Admito que hablar de dichos temas, sin ser madre, me da temor. Especialmente, porque una respuesta inmediata cuando externo estas u otras preocupaciones tiende a ser “no puedes saber porque no eres madre” o “no puedes entender lo que no has vivido”. Mi postura al respecto es que sí puedo hablar de este tema porque, como dije al comienzo, la maternidad es una idea, un tema y una expectativa que nos rodea a todas las mujeres. Asimismo, una parte fundamental de una maternidad deseada es estar consciente de los pros y contras de dicho proceso.

La película The Lost Daughter, así como Violeta al fin (2017), es una invitación a cuestionar cómo se ejerce y se expresa la maternidad. Para quienes no somos madres, es una oportunidad para afianzar la convicción de serlo o de optar por otros caminos. Asimismo, nos permite recordar que la maternidad no es una cuestión que le compete solo a las que son madres, sino también a las que potencialmente pueden serlo.

 

 

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