DestacadosEspecialesPolíticaEntre líneas y grietas / Israel vs Palestina: una reflexión.

Ronny Aguilar17/06/2021

Por: Astrid Dzul Hori

Israel vs Palestina: una reflexión.

Como muchas personas saben, hace unos meses se viralizaron los sucesos alrededor de Israel y Palestina. Si bien es un conflicto que comenzó hace varias décadas, lo ocurrido en los últimos meses corresponde a otra faceta que ha conmocionado a la comunidad internacional. No solo por las atroces consecuencias, sino por lo que nos deja para reflexionar sobre los problemas que nos atraviesan actualmente.

¿Por qué a una persona tan lejana al conflicto le interesaría reflexionar al respecto? ¿Por qué es un problema que nos atraviesa en la actualidad? A pesar de tratarse de un conflicto lejano geográfica e ideológicamente, hay algunos temas generales que lo rodean que resultan pertinentes para reflexionar en torno a la política y para problematizar los fundamentos de los Estados-nación.

Teniendo en cuenta lo anterior, la columna del día de hoy es producto de un diálogo y reflexión conjunta con una colega filósofa. Tiene como objetivo brindar un panorama crítico y sintético del conflicto entre Israel y Palestina especialmente para quienes somos ajenxs y lejanxs (cultural, ideológica y geográficamente) a dicho contexto.

Ariela Wolcovich Konigsberg es maestra en Filosofía Moral y Política por la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa. Además de estar familiarizada con el conflicto por pertenecer a la comunidad judía en la Ciudad de México, su tesina de licenciatura fue la propuesta de una condición de posibilidad para la resolución del conflicto a partir de una aproximación filosófica. La postura de Ariela puede ayudar a esclarecer la dimensión que tiene el conflicto, así como algunas de las aristas que forman parte de este. Por ello, a través de unas preguntas, a modo de entrevista, nos compartió su pensar y sentir al respecto.

¿Cómo explicas los orígenes del conflicto?
Para entender mejor la magnitud de la guerra que hay entre Israel y Palestina es importante hojear un poco la historia. El conflicto surge con los orígenes del sionismo y la fundación del Estado de Israel en 1948. Sin embargo, lo que hay que entender es de dónde viene este nacionalismo judío. Proviene de una Europa altamente nacionalista, que expulsa a los judíos por sostener que no pertenecen a naciones como Alemania, Polonia, etc. Les dijeron que se fueran, pero la pregunta era a dónde. La respuesta: a una tierra que, según la biblia, es ancestral; a lo que se conocía en ese entonces como Palestina.

Este deseo por tener un lugar a donde ir se incrementa a la par de la expansión del antisemitismo en Europa, el cual llega a su punto más alto durante la Segunda Guerra Mundial. En respuesta a esto, se da una gran migración judía a Palestina. Cabe aclarar que, en ese momento, Palestina estaba bajo el dominio del Imperio Británico. Los británicos le prometieron tanto a los palestinos como a los judíos que podrían construir sus respectivas naciones ahí. Al final, los traicionaron a ambos y se retiraron del territorio. El día que Israel declara su independencia, los ingleses se van y comienza la guerra entre Israel y los países vecinos. Esto, porque los palestinos no aceptan la resolución de la ONU en noviembre de 1947, sobre la repartición de la tierra. Lo que dio inicio al conflicto entre judíos y palestinos. En ese sentido, es un problema muy complejo. No se trata nada más de que llegaron los judíos y corrieron a los palestinos: los judíos tampoco tenían a dónde ir. De hecho, ninguna de las dos comunidades tenía a dónde ir.


Creo es un conflicto que por su larga duración se ha polarizado cada vez más. Cada una de las partes tiene su propia versión y justificación, por lo que para aproximarse a este conflicto es fundamental aproximarse a las narrativas y experiencias de vidas de ambas partes. Hay que entender que tanto los palestinos como los judíos-israelíes quieren un lugar en donde vivir y autodeterminarse como grupo. Ninguno va a irse de la región o desaparecer, por lo que es necesario buscar soluciones a este conflicto que incluyan a ambas partes. Abogar por que alguno se vaya, es abogar por la destrucción masiva de millones de personas. Por eso, es importante alejarnos de las explicaciones simplistas que pretenden mostrar el conflicto como una lucha de buenos contra malos. Este tipo de visiones solamente aumentan la distancia y el odio, en lugar de abonar para la construcción de un futuro común.

Creo que la solución más factible es crear dos estados soberanos e independientes: uno judío y uno palestino, que convivan de manera pacífica. Otra solución posible sería crear un estado binacional y democrático que reconozca necesariamente que están estas dos identidades y que tienen que convivir en ese espacio. Sin embargo, la idea de un Estado binacional es difícil de imaginar después de tantos años de guerras y desencuentros.
Si bien los judíos y los palestinos tienen culturas y tradiciones muy distintas, ¿hay alguna(s) similitud(es) entre ambas que le(s) permitan dialogar y establecer posibles acuerdos pacíficos?

Ambos grupos parten del sufrimiento: han vivido experiencias de exilio, de violencia, de falta y de carencia. Yo creo que, desde ahí, de ese conocimiento de lo que implica ser excluido, de ser migrante y de ser apátrida, se abre una posibilidad de diálogo, así como la posibilidad de una comunidad conjunta, una comunidad abierta a la diferencia. Pero claro, para eso habría que reconocer al “Otro” como ser humano. No creo que se trate de malas personas en sí, sino de políticos que buscan su propio beneficio y que para eso promueven políticas nacionalistas de odio al Otro para su beneficio partidista e individual en ambas partes del conflicto.


Las diferencias entre estos grupos y las versiones sesgadas sobre el conflicto han dado pauta a una serie de comentarios negativos respecto a los judíos. Muchos de dichos comentarios son catalogados como antisemitas. Teniendo en cuenta esta tendencia, ¿cómo se puede diferenciar el discurso antisemita de otros discursos de odio?
La gran polarización en las redes sociales ha conducido a los usuarios a sostener discursos antisemitas y también islamófobos. Es importante separar la crítica hacia los gobiernos y hacia las políticas de un Estado, de la crítica a la ciudadanía en general, hacia una identidad nacional o hacia una identidad religiosa. Esta guerra fue decidida en gran medida por los gobiernos locales, y respaldada por ciertos políticos y gobernantes; por lo que es totalmente válido criticar a los Estados y sus políticas. Sin embargo, no es los mismo que criticar una identidad nacional. Ese es el caso del antisemitismo: no es lo mismo decir que el estado de Israel está actuando mal y el gobierno de Netanyahu está cometiendo actos atroces, que decir que ojalá a todos estos judíos los hubiera matado Hitler. De igual manera, me parece preocupante la constante comparación entre el estado de Israel y el nacionalsocialismo. Los acontecimientos históricos son muy distintos. Es cierto que el estado de Israel está actuando de una forma opresiva y violenta contra los palestinos, pero eso no quiere decir que se trate de un genocidio o de un exterminio.
O, por ejemplo, algunas marchas pro-palestinas que acaban grafiteando sinagogas en Estados Unidos. No es lo mismo ser judío que ser sionista. Ser judío es una identidad religiosa/cultural, ser sionista es una afiliación política. Se puede ser judío y no ser sionista. Hay que hacer esta distinción porque es necesario hacer una crítica a las políticas del Estado de Israel y sus políticas de opresión, pero al mismo tiempo es importante condenar el creciente antisemitismo que se ha fortalecido últimamente en algunos lugares del mundo. Se puede criticar al Estado sin utilizar tropos antisemitas.

Así como el antisemitismo también ha crecido la islamofobia y eso me parece también muy preocupante. Algunos discursos pro-israelíes aseguran es que el islam quiere destruir la forma de vida de Occidente. Eso también me parece verdaderamente peligroso. Es cierto existen algunos grupos terroristas islámicos, pero eso no quiere decir que el islam sea peligroso, ni que los palestinos sean en su mayoría terroristas. De hecho, la mayoría es gente común que solo quiere una vida digna.

Además del discurso islamófobo, ¿cómo crees que repercute el estigma de terroristas que tienen las personas que profesan el islam y las prácticas terroristas por parte de algunos grupos extremistas para hablar de la posibilidad de un Estado Palestino?
Categorizar algo de terrorista es muy complejo. Lo que nosotros llamamos terrorismo, otros le llaman “mártir”. Se parece un poco al narco aquí en México, en donde en algunos lados son considerados héroes. Tiene mucho que ver la amistad o enemistad con la que se concibe al Otro. Sin embargo, en el caso Hamas, quien gobierna Gaza, tiene posturas que se sostienen en discursos de odio donde afirman su deseo de acabar con determinados grupos. El terrorismo islámico existe, por ejemplo, ISIS, que pretende acabar explícitamente con Occidente. Hamas es considerada por algunos Estados como un grupo terrorista. Su lucha no es solamente para acabar con Israel, sino para deshacerse de los judíos en general. Sin embargo, Hamas no es la única autoridad palestina, también está la Autoridad Nacional Palestina, representada por Mahmoud Abás, en el territorio de Cisjordania; en donde yo considero que hay más posibilidad de formar un Estado.


Además de la distancia tanto física como ideológica entre Gaza y Cisjordania uno de los mayores problemas, a mi parecer, es la decepción y desconfianza de ambas partes en las negociaciones para un proceso de paz. Tras el fracaso de los Acuerdo de Oslo firmados en 1993 entre Palestina e Israel, el status quo de ocupación permanece y la situación se vuelve cada vez más compleja.

Es preocupante que no se haya podido consolidar el Estado palestino por las medidas de opresión y bloqueo que mantiene el estado de Israel sobre el territorio de Cisjordania y sobre Gaza. Aunque también hay que hacer una distinción porque no es lo mismo Cisjordania que Gaza. La primera es una ocupación militar, pero que se distingue por partes. Hay territorios que están controlados por Israel, algunos tienen una autoridad mixta y otros son gobernado por la Autoridad Palestina. Por su parte, en Gaza, no se trata de una ocupación militar (pues Israel salió de Gaza en 2004), sino que hay un bloqueo naval y terrestre que impide la salida y el comercio libre de Gaza hacia el resto del mundo. Está controlado también por el Estado de Israel.

¿Cómo afecta la política interna tanto israelí como palestina al conflicto?
Los gobiernos de la región utilizan la guerra para asegurar su popularidad. Durante la última escalada de violencia, los gobiernos tanto en Israel como en Gaza y en Cisjordania llevaban más de una década en el poder. Por ejemplo, Benjamín Netanyahu, quien fue primer ministro de Israel desde 2009 y que está a punto de ser relevado, utiliza el nacionalismo y la securitización del discurso para mantenerse en el poder. También los gobiernos palestinos utilizan estas estrategias: al estar perdiendo popularidad, recurren a la guerra y a discursos de odio, donde se culpabilizan a los judíos-israelíes. Lo más fácil, si tienes un enemigo al lado cuando todo va mal, en vez de echarle la culpa a la mala gestión del gobierno, mejor culpar a los otros.

La política israelí es complicada de entender porque entran en juego muchos factores que no existen en otros lados del mundo. Uno de ellos es la postura ante la situación de Palestina y otra son los derechos especiales para los grupos religiosos. El martes pasado se firmó un acuerdo que promete sacar a Netanyahu del puesto de primer ministro. Este acuerdo en histórico, entre otras cosas, porque por primera vez un partido árabe (Ra’am) será parte de la coalición que gobierna y no de la oposición.

Tras esta breve entrevista sobre el conflicto entre Israel y Palestina, me parece importante rescatar algunos puntos que serán de gran ayuda para posicionarse críticamente respecto a este y otros asuntos relacionados. Primero, los discursos antisemitas e islamófobos forman parte de la problemática, más allá de las críticas a determinadas políticas de estado. Segundo, si bien los métodos no son idóneos, hay una lucha por salvaguardar la identidad de ambos grupos. Tercero, es importante analizar el conflicto Israel/Palestino a la luz de los problemas al interior de los gobiernos locales, representado en su agenda de seguridad nacional: se justifica la guerra porque hay otro que me está atacando. Tomar en cuenta estos puntos, permite que nuestros posicionamientos sean más críticos. De igual forma, son un apoyo para aproximarse a ese Otro que no es radicalmente distinto por su posición geográfica, sus creencias religiosas y sus ideologías. Las multiplicidades que nos rodean, y las que no, suponen una diversidad de narrativas. Cada una de ellas nos compromete políticamente frente al conflicto. En ese sentido, hay que reflexionar si estamos dispuestxs a sostenerlas o no. Y así como hay narrativas que se reproducen a través de la historia, como las que involucran discursos de odio, también está la posibilidad de escribir nuevas.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Síguenos