Columna por: Astrid Dzul Hori
Autoridad, miedo y culpa: algunas caras de la pederastia.
“Nos amamos con un amor prematuro, con la violencia que a menudo destruye vidas adultas” así expresa Humbert Humbert, protagonista de la novela Lolita, del escritor ruso Vladimir Nabokov, el amor que siente por Lolita, su hijastra adolescente, su nínfula. Como estas alusiones empleadas en novelas, existen otras tantas herramientas retóricas que disfrazan con recato y recelo la pederastia, no sólo en el ámbito privado, sino también en el público, porque “los trapitos sucios se lavan en casa” (y a cuántas personas no ha matado ese dicho).
Un mini-documental que resulta bastante útil para pensar las diversas caras que implica la pederastia es The Keepers, dirigido por Ryan White, estrenado en la plataforma de Netflix el 19 de mayo de 2017. Este mini-documental de siete capítulos relata los intentos por descubrir quién asesinó a la hermana Cathy Cesnik, maestra de Seton Keough High School en Baltimore, en noviembre de 1969. Lo que comenzó como una desaparición misteriosa y, posteriormente, un asesinato posiblemente “azaroso”, desencadenó en una serie de acusaciones por abuso sexual en contra del padre Joseph Maskell, consejero de la misma preparatoria donde la hermana Cathy daba clases.
Dichas cuestiones permiten reflexionar, por ejemplo, cómo la Iglesia Católica, en tanto que institución religiosa (Dios es punto y aparte), es negligente ante la pederastia y la pedofilia dentro de los miembros de su comunidad. O cómo es que grandes figuras de la política estén involucradas sin mayor repercusión en redes de trata de menores de edad, como lo muestra el mini-documental Jeffrey Epstein: Filthy Rich.
Es importante recalcar que, en la cotidianidad, se usan los términos pedofilia y pederastia como sinónimos; sin embargo, son diferentes. Según el manual MSD, la pedofilia o paidofilia es un trastorno que “se caracteriza por la presencia de fantasías, impulsos o comportamientos sexualmente excitantes recurrentes e intensos relacionados con los niños (por lo general hasta los 13 años)” [1]. Por otra parte, la pederastia es el abuso sexual cometido con niñxs, es decir, la fantasía llevada a la ejecución. En ese sentido, The Keepers se relaciona con la pederastia, no con la pedofilia, ya que según los testimonios de los sobrevivientes Joseph Maskell abusó sexualmente de más de 35 menores de edad.
Si bien hay muchos ejes de discusión que pueden ser abordados a partir de The Keepers, algunos de los elementos que sirven para reflexionar la compleja relación víctima-victimario son: autoridad, miedo y culpa.
Quienes son figuras de autoridad tienen de facto la posibilidad de controlar con base en un reconocimiento común; en el caso de Joseph Maskell era una figura de autoridad por el hecho de formar parte de una congregación religiosa, contar con el respaldo de la Arquidiócesis de Baltimore y por ser consejero en muchos lugares relevantes para la sociedad de su época (como el Departamento de Policía). De tal forma que, al ser una autoridad, particularmente de tipo jefe por ser una guía espiritual para las personas ante los tiempos porvenir (la Resurrección), podía dominar y moldear las circunstancias según sus intereses. No es gratuito que los sacerdotes tengan tanto dominio sobre las masas, ya que en ellos recae el peso de mediar la palabra de Dios en la Tierra. Por lo que su palabra, obra y omisión en las comunidades católicas no son sometidas a duda; las familias y los individuos les tienen confianza, aun sin saber la historia del individuo que se viste con sotana.
Es fundamental analizar qué tipo de autoridad tiene el agresor, en este caso, el pederasta, y en qué contexto la adquirió. Esto con el fin de dimensionar a mayor escala cómo es que ciertos individuos llegan a ser objeto de abuso sexual, cómo es que el victimario sistematiza dicho abuso en su entorno y cómo es que se disfrazan las evidencias. Ligadas a estas cuestiones, también se puede indagar en torno a las ideologías de una sociedad con el fin de identificar por qué hay cierta propensión a los abusos y agresiones a determinados sectores de dicha sociedad.
Una vez que se identifica qué tipo de autoridad ejerce el victimario se pueden reflexionar los otros dos elementos mencionados previamente: el miedo y la culpa. El victimario conoce a sus víctimas; sabe el grado de vulnerabilidad en el que se encuentran, conoce su historia y sus debilidades. ¿Cómo lo sabe? Porque en tanto que figura de autoridad, cuenta con la confianza de quienes lo han reconocido como tal.
Dentro de dicho juego, el victimario apela a los estigmas sociales para manipular la sociabilidad de la víctima una vez que el abuso ha comenzado. Por ejemplo, en The Keepers, Jane Doe, la primera mujer en denunciar a Maskell, fue abusada sexualmente por él y sus invitados, tal como el ginecólogo que la “atendía”, bajo la justificación de que estaba bajo un tratamiento psicológico.
Ella cuenta que antes de salir de la oficina del consejero este le decía que quien había sido la “puta” ahí era ella, que él le iba a enseñar que lo que le había hecho no debía gustarle. Jane Doe nunca acudió a sus padres porque eran una pareja muy católica; además, su padre era policía, por lo que temía por las repercusiones que tendría en la labor de este. En ese sentido, el miedo y la culpa no era por ser abusada solamente, sino por las consecuencias que Maskell le dibujaba a modo de amenaza para que ella no le contara a nadie.
Así como se puede pensar la pederastia a partir de sus múltiples caras, como la autoridad, el miedo y la culpa, también podemos reflexionar el abuso sexual en torno a las mujeres en los distintos ámbitos en los que se lleva a cabo. La víctima no es víctima porque quiere, es porque no ve una salida, es porque está inmersa en una red que la sobrepasa. Por eso, las víctimas necesitan apoyo y solidaridad por parte de todxs aquellxs que no se encuentran subsumidxs en dicha red, en quienes pueden hacer un cambio constructivo desde su respectiva trinchera. Visibilizar, escuchar, reflexionar y resolver, ese puede ser un buen camino para aproximarse a otras realidades que sufren y que son violentadas sin consecuencias, ya que imponer sin haber identificado el problema y/o la necesidad, ¿qué de útil puede resultar para los que reciben la “ayuda”? ¿Quién/es se beneficia con ello?
[1] Brown, G. R. (Agosto 2019). Sexualidad y trastornos sexuales. Pedofilia. Manual MSD. Versión para público general. Recuperado el 10 de junio de 2020 https://www.msdmanuals.com/es/hogar/trastornos-de-la-salud-mental/sexualidad-y-trastornos-sexuales/pedofilia
[2] Kòjeve, A. (2006). La noción de autoridad. Buenos Aires: Nueva Visión, pp. 11
[3] Real Academia Española. (2019). Culpa. https://dle.rae.es/culpa