Coordenada
Por Lupita Ramos
Así titula Eugenio Zaffaroni un artículo que amablemente me hizo llegar Moisés Catedral, quien es un gran defensor de los animales, especialmente de perros y gatos, a quienes les busca hogares que los adopten y conviertan en parte de la familia.
Me hizo recordar a mi querida prima Maru, quien murió prematuramente y dedicó sus fuerzas, energía y sus quincenas a rescatar cuanto gato y perro callejero encontraba para cuidarles amorosamente.
Dice Zaffaroni que nos encontramos en un momento que avanza en la consideración ética hacia la inclusión de los animales no humanos y en general de la naturaleza en las concepciones amplias de los Derechos Humanos.
Señala también que en pleno siglo XXI es conocida la catástrofe ecológica de la que formamos parte y es incuestionable la existencia de una responsabilidad moral del humano contemporáneo hacia las generaciones futuras de todas las especies, de asumir las consecuencias de su conducta y de producir un cambio en profundidad que detenga la inminente destrucción del planeta.
Dice también que nuevos paradigmas en cuanto a este tema nos han mostrado que la protección a los animales también puede operar dentro de los derechos fundamentales, que históricamente se les ha discriminado por no formar parte de la concepción de humanidad.
Hablar de un derecho intrínseco a todos los animales, se refiere al derecho a la existencia, a la justicia, a una vida sana, en paz y a vivir en las condiciones propias de cada especie, con el respeto que merecemos todos los seres vivos del planeta.
Es importante fundamentar la igualdad de derechos que deberían de tener los animales no humanos, y que por cuestiones históricas antropocentristas han sido invisibilizados y olvidados.
Desde un punto de vista bioético y sobre todo de justicia, se busca poner fin a la opresión y la explotación en cualquiera de sus formas. Donde el principio básico de igualdad no solo sea considerado moralmente aceptable para los intereses de miembros de nuestra especie, sino que a la par, se busca eliminar prejuicios y discriminaciones hacia grupos oprimidos basados en características arbitrarias como la raza, el sexo o la especie.
Sin embargo, es complicado en general tomar conciencia de los prejuicios que se evidencian en nuestras actitudes consideradas como naturales, hacia los grupos vulnerados hasta que nos son forzadas a reconocerlas.
El artículo en cuestión no tiene desperdicio alguno, les invito a leerlo y asumir la protección de los animales como parte de los derechos fundamentales para su legitimidad desde el reconocimiento del Otro.
Esto no quiere decir que se les trate igual sino que los intereses de ambas especies deben de ser considerados por igual. Buscando diversos medios de defensa para combatir prácticas de discriminación y maltrato, de esta forma se puede reconocer que cualquier forma de discriminación y maltrato a los animales afecta la esencia de los derechos fundamentales.
Zaffaroni concluye con que se debe de hacer una consideración a que los derechos animales deben de estar a la par de los derechos humanos. El derecho a una vida digna de todo ser que habite en el planeta con capacidad de sufrir, desarrollarse y ser feliz, esto, incluye, necesariamente a los animales no humanos.
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