Homenaje Floral a Sara Lovera Por Soledad Jarquín Edgar SemMéxico CIUDAD DE MEXICO, 17 de octubre del 2016.- Difícil que el centro de la capital mexicana sea apacible por largo rato, pero es posible abstraerse. Isabel la Católica 26, en la terraza del Museo del Estanquillo hay flores en cajas de madera, son ramitos pequeños de flores pequeñas de colorillo amarillo, violeta, blancas que contrastan con el verde. Es el homenaje floral a la periodista Sara Lovera bajo el pretexto de presentar el Tomo 2 del libro La Izquierda Mexicana del siglo XX (UNAM 2016). Abajo, en la calle, a ratos, una sinfonía de gritos y batucada; arriba una sinfonía de elogios, de palabras amables, de amistades y colegas con quienes la periodista tejió historias, mientras se afanaba a lo largo de los últimos 47 años en dar voz a las sin voz. Experiencia, trabajo, dedicación y profesionalismo para reflejar la realidad, porque sin las mujeres no hay realidad, ha dicho, quien por ello recibió el pasado viernes el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de Trayectoria. Hay alegría entre quienes conocen a Sara Lovera, compañeras y compañeros de la izquierda que la abrazan y reconocen, como Amalia García Medina, política mexicana que recordó el esfuerzo que la periodista le imprimió desde su propia trinchera para que las familias de las mujeres violadas por los escoltas de Coello Trejo fueran reflejadas en los medios, vistas por el Legislativo, sancionados por el judicial. Al final dice la ex diputada del PRD fue ese caso el que llevó a tipificar como delito grave la violación sexual. Así, la actual Secretaria del Trabajo y Previsión Social del gobierno de la Ciudad de México dimensionó esas “cosas pequeñas y cotidianas” como dijo Sara Lovera al recibir el Premio Nacional de Periodismo. Cosas pequeñas y cotidianas que transformaron el quehacer periodístico, por el solo hecho de hacer que las mujeres también fueran noticia de la primera plana, dijo Judith Calderón Gómez, Secretaria General del Sindicato Independiente de Trabajoadores de la Jornada; (una) Sara que se ha convertido en la referencia cuando hablamos de la reivindicación necesaria de las mexicanas, señala Rogelio Hernández López, Director de la Casa de los Derechos de Periodistas. Ambos compañeros de la periodista homenajeada, pero cada uno la vio desde un lugar distinto: uno como su contemporáneo, la otra como una maestra de la vida. El acto da para hablar desde adentro, desde el corazón, desde el reconocimiento, así lo hacen, así lo dicen. Rogelio Hernández lo dice sincero como un sinónimo de la honradez a la que Miguel Angel Bastenier, a quien cita, llama cuando afirma que en el periodismo la objetividad no existe y tampoco hace ninguna falta; (porque) con la honradez es más que suficiente”. El autor de la columna Miradas de Reportero, de larga e impresionante trayectoria, sostiene que su vida (66 años) se ha construido con cierto tipo de flores regaladas, “muchísimo, de lo que estoy hecho, es gracias a lo que pude tomar de cinco mujeres”, se refiere a la reciedumbre y firmeza de la Toña; de la dignidad y fiereza de La Güina; de la fuerza constructora de vidas de Doña Victoria Segura; de las convicciones, inteligencia y amor de la señora que manda en mi casa, que, además me ha reeducado. Y de Sara, por haberse convertido en la referencia necesaria cuando hablamos de la reivindicación necesaria de las mujeres mexicanas”. Se asume como efecto de los comunistas de los setenta del siglo pasado. Refiere que el ensayo las Mujeres del Porvenir, escrito por Sara Lovera en el Tomo 2 del libro La Izquierda Mexicana del siglo XX, no había mejor opción para escribir sobre el tema. Sara lo conoce como protagonista desde la izquierda y el feminismo. Luego repasa el camino de la periodista “de las duras, en la Liga Espartaco”. Serio pero sarcástico, Rogelio Hernández recordó cuando la conoció en 1978, sobre las tertulias fenomenales que hacían en la cafetería de la librería Reforma –frente a Excélsior–. “En los barullos, la voz de Sara siempre destaca porque fácilmente acumula decibeles ante cualquier discordancia y también porque, desde entonces, su estilo coloquial parece de maestra regañona de pueblo”. Cuando la conocí, aún estaba en El Día, luego en unomásuno y se pasó a La Jornada. Luego fundó CIMAC. Siempre aportando, construyendo, debatiendo. Pero lo de Sara Lovera y las y los demás es personal. Rogelio acusa que tiene hacia ella sentimientos dicotómicos. Porque le da “un poco de miedo hablar con ella, no tanto por la fuerza de sus frases y tonos, sino porque siempre logra que me quede con sensación de culpa, como si yo fuese responsable de los pensamientos y acciones patriarcales y machistas de la mayoría de los periodistas hombres, de varias mujeres y de casi todos los políticos de cualquier corriente”. Pausado, pero emocionado en serio, Rogelio Hernández López, quien aclara que no es primo de Sara Lovera López, declara su admiración, porque no es feminista a secas, es generista, si se me permite el término. Es de las pocas personas, que yo conozca, que ha ido articulando una epistemología de la equidad de géneros y sus derechos. Esa narrativa se la oigo y la leo casi como la ha ido construyendo Sara. Ese ha sido un gran regalo para todos nosotros. Sara ya es una referencia obligada; por eso, es justísimo su Premio Nacional de Periodismo; por eso, este modesto homenaje a su forma de ser y a sus conocimientos del movimiento de las mujeres, que nos regala en este tomo, agrega el periodista. Luego el mensaje de texto de Joel Ortega, tan sentido como el de Rogelio Hernández reconociendo el diario bregar de una periodista de izquierda. Judith Calderón Gómez, tan suavecita, mostró su buena lectura, sus buenos afectos, sus buenos trazos. Emocionó su lectura, sus palabras, su periodismo, a través del cual describió a una mujer de izquierda, feminista y periodista: Sara Lovera y su trabajo Las Mujeres del Porvenir, donde logra revertir la intención de la historia que han dejado en distintos libros muchos hombres o miradas masculinas y que representan a las heroínas y mujeres célebres en una condición de subordinación, con sus “sacrificios y abnegación” como lo critica en la entrada de ese capítulo María Antonieta Rascón. La presencia y aportaciones de Sara Lovera en “La Izquierda Mexicana del Siglo XX” es un gran acierto, no sólo porque con su narración detallada y minuciosa nos dibuja los rostros de tantas mujeres en nuestra historia, sino porque ella revierte el sentido de la historia. Sara Lovera era reportera cuando yo cursaba el tercer semestre de la carrera, mis pies estaban ansiosos de salir a las calles, de reportear, de escribir lo que sucedía. Ella fue mi maestra en la vida, en los mítines, en las marchas. Un día me dijo “no puedes cubrir la huelga de una fábrica, si no me describes cómo son los ojos de la mujer que está de guardia”. Ella marcó la diferencia, dijo Judith Calderón de Lovera. El relato hacia recordar a Sara en esa posición de maestras permanente, de enseñar con su aprendizaje y Judith Calderón lo planteaba con la transparencia necesaria, las palabras exactas del buen periodismo de la Maestra en Derechos Humanos. “En una ocasión, un reportero que cubría el PRI no estaba en la redacción, cuando jóvenes de ese partido hicieron una protesta. Salí corriendo, el jefe de información me dijo que fuera a cubrirlo, tenía los datos en mi libreta. Después de que le entregué la información, el reportero me hizo la señal de que me retirara y agregó: “mañana me lees”. No dejó que estuviera a su lado, como lo hacía con Sara, mientras ella escribía. Cuando ocurrió el caso de Elvira Luz Cruz –sigue explicando la hoy experta y reconocida periodista-, acusada de matar a sus hijos, fuimos muchas tardes a la cárcel, compartimos alimento con ella. Tenía excelente conducta y sólo le preocupaba juntar dinero para hacerle la lápida a sus hijos. ¿Quién se preguntó cuántos días tenía sin comer? ¿Quién se preguntó cuántos días había sufrido de celos? Ahí a su lado, no sólo vimos sus ojos, miramos el alma. Las jóvenes del sur en la Ciudad de México, violadas por policías judiciales federales, los escoltas de Javier Coello Trejo (zahar antinarcóticos); las viudas de los mineros, y nos sorprende, nos estremece cualquier comentario. Me acaba de decir un hombre que en San Pablo se roban entre una o tres prostitutas, que las levantan en camionetas y algunas no las vuelven a ver ¿Cómo no nos van a estremecer estos sucesos? Preguntó Judith Calderón, al señalar la violencia que contra las mujeres sigue invisible desde del fondo en los medios de comunicación. Por eso afirma que Sara Lovera ha dicho que las mujeres tenemos una mirada distinta a la de los hombres, que en los textos se percibe. Ese consejo es lo que ella hizo en ese trabajo, dice refiriéndose a las Mujeres del Porvenir, ensayo incluido en el tomo 2 de La Izquierda Mexicana del siglo XX. Las nombra y describe cómo lucharon las mujeres por lograr relaciones justas y equilibradas. “Sara es una niña especial, se lo dijeron a su mamá, doña Charo”, revela Judith Calderón, (Sara y quienes conocían la historia se ríen. Las demás personas también se ríen porque conocen a Sara Lovera. La recuerda cuando fue secretaria general del Sindicato Independiente de Trabajadores de La Jornada, del ejemplo que dejó y de los derechos que les procuró: 12 días para cuidados maternos, un mes más de incapacidad cuando tenemos un hijo; la posibilidad de quedarnos nueve meses, sin goce de sueldo, para cuidar al hijo recién nacido. Retomó aspectos de la modernización que tenía el sindicato de Telefonistas. Ahí quedaron plasmados sus ojos grandes, dice afectuosamente Calderón Gómez. Sara sabe su ruta. Dicen que es como un torbellino, como una hormiguita, siempre con voz fuerte criticando lo que no está de acuerdo, lo que no comparte, siempre luchando. Incluso los compañeros, cuando ella no está, comentan ¡Si te oyera Sara! ¡Nada más que se entere! Está, aunque no la tengamos al lado. (Otra vez risas, incluso carcajadas) Al final, Sara Lovera y Alejandra Kolontay, juntas a través de lo escrito y dicho por Judith Calderón: “Siempre luchando y demostrando que ellas deben ser dueñas de su vida, de su cuerpo…” Luego las fotos y la entrega de flores a una Sara Lovera feliz por tanto reconocimiento.