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Tolerancia, clave para diálogo

Por Karla Tejeda Siendo la palabra tolerancia la clave de un diálogo entre dos o más interlocutores, hoy podemos llegar acuerdos favorables de entendimiento entre personas y grupos antagónicos, reservándose los intereses propios, para un acuerdo de intereses entre ambas posturas y lograr una convivencia pacífica entre humanos que se relacionan por causas en común, tal es el caso de las creencias religiosas y los distintos formatos de vida que rigen nuestra humanidad. Hay que llegar a comprender la necesidad de escuchar, antes de realizar cualquier juicio referente a los argumentos de nuestros interlocutores, así como la necesidad de respetar los distintos puntos de vistas de cada uno, tomando en cuenta nuestras formaciones particulares y culturales, que distan una de otras, dependiendo del desarrollo histórico de cada grupo humano, para llegar a una empatía entre nosotros mismos y lograr un acuerdo que nos permita vivir en paz, sin llegar a la aniquilación de aquel cuya visión de las cosas es distinta a la nuestra, como la existencia de distintas cosmologías religiosas y formas filosóficas, como el caso de los derechos humanos y las creencias de distintas religiones. Hay que empezar por entender que religiosidad es reglamentar una moral específica y colectiva desde un punto de vista espiritual, de un cosmos de deidades, quienes norman las formas de vistas humanas. Por otro lado, las condiciones de los derechos humanos, que más bien se basan en el respeto a la vida humana, independientemente de la existencia o reglamentación de un plano metafísico o regido por voluntades divinas, tal es el caso de la realidad homosexual en la especie humana. en los distintos territorios del planeta donde cohabita, en algunas ocasiones de forma pluricultural, con todas sus creencias políticas y religiosas, así como sus condiciones económicas. Quizá nos encontremos con gente con posturas muy marcadas de rechazo a la diferencia, tal es el caso de los creyentes, guiados en muchas ocasiones por intereses fundamentalistas, más que espirituales, moldeados por la voluntad de un líder, más que por la normatividad de un conjunto de reglas. De la misma manera, diariamente lo palpamos en la publicidad de las empresas o instituciones de gobierno, donde las mentes colectivas ejecutan las voluntades de quienes controlan o dominan, más que la ejecución de lo que dicta una posible normatividad o conjunto de reglas, cayendo en el absurdo de la violación de las garantías y la ciega ejecución de la voluntad de un líder, cuyos intereses particulares se anteponen a los intereses colectivos. De esta forma, expreso: La comunidad homosexual, o de cualquier índole, debe de aprender a entender a sus interlocutores y a respetar el conjunto de creencias y normas que moldean a todas y cada una de las personas, así como sus antecedentes históricos y de colectividad, dando la posibilidad de respeto entre dos personas de criterios distintos, sabemos de antemano, por hechos, que en el ámbito religioso es necesario entender las distintas reacciones que suponen una agresión a quienes practican tales cultivos de creencias, conociendo las reglas que las rigen, pero sin dejar de defender nuestro derecho a la vida, que implica el derecho de elección. Es decir, no confundir los ámbitos religioso y civiles, mucho se habla de la intolerancia a la diferencia sexual, desde el punto de vista de ciertas religiones, así como los candados muy respetables de sus normas, por lo tanto, es menester entender al otro y no enfrascarse en una lucha estéril, tratando de cambiar al supuesto oponente, más es necesario entender el por qué de sus actitudes y respetarlo para poder exigir el mismo derecho, que repito, no se debe confundir el ámbito religiosos con el civil. Se habla mucho de las uniones de convivencia, con o sin relaciones sexuales de las personas del mismo sexo, incluyendo sus tabúes, mitos, y aciertos, como sus realidades, se habla de matrimonio igualitario, olvidando que el término casado es un concepto dado para la vida religiosa y civilmente, se une en matrimonio a las personas. Dado al desconocimiento de la precisión de las palabras de muchas personas, se llega al reforzamiento de los tabúes, a la intolerancia a la diferencia y a la exclusión de derechos humanos y civiles, realizando una mezcla impropia de términos, por lo tanto, el concepto casa de dos no debe implicar matrimonio, porque hay casas donde sólo habita una persona o muchas personas, que necesariamente están matrimoniadas civilmente. Por lo tanto, la comunidad LGTB no debe incurrir en la exigencia de ser aceptados con su forma de vida dentro de las instituciones religiosas que norman, de forma milenaria, la exclusión de conductas diferentes a las heterosexuales; si tienen alguna necesidad de apoyo espiritual de aceptación de grupo, es menester entender las formas de normatividad de todas las instituciones religiosas y conociéndolas en cuanto a inclusiones y exclusiones, para no entrar en conflictos internos y externos por higiene mental. Recordemos, entonces, cómo la sociedad actual ha ido evolucionando, de acuerdo a los momentos históricos de cada cultura, de acuerdo a sus sistemas de creencias, así vemos que en la cultura griega, la homosexualidad era vista de forma muy distinta a la visión judío-cristiana-musulmana. Retomando la historia, sabemos de un Alejandro Magno, a una serie de emperadores romanos y reyes de la antigüedad que practicaban la homosexualidad de forma abierta, a un conjunto de filósofos griegos, quienes no rechazaban las prácticas homosexuales dentro de sus escuelas y practicaban el excesivo culto a virilidad y la formación atlética de sus cuerpos, antecesores de un cristianismo, como punto culminante de un judaísmo primitivo en la búsqueda de un monoteísmo, ya existente desde las culturas no cristianas. Hoy por hoy, es urgente contemplar, analizar y entender la composición de reglas de una y todas las religiones, así como sus magnitudes de impacto social, así recordamos a las culturas no cristianas, como algunas de las comunidades hindúes, donde hasta hoy en día, las travestís, en esos pueblos, son consideradas seres sagrados, con poderes de sanación, asignados desde un punto de vista de creencias religiosas fundamentadas en una religión politeísta, así vemos muchas otras culturas con visiones distintas, por ello es necesario conocer, sin abundar en más datos históricos, por ello, si no somos bienvenidos en un grupo radical, es necesario migrar a grupos humanos donde se practique la tolerancia, para no entrar en controversias. A la comunidad de la diversidad sexual, es necesario entender hasta dónde y a dónde se puede llegar, es decir, saber dónde mi presencia es bienvenida y donde no, y no perder el tiempo en enfrentamientos estériles, porque jamás vamos a hacer que los demás cambien, pero nosotros si podemos cambiar. En las iglesias cristianas, sabemos que los puntos dogmáticos y sus reglas poseen exclusiones muy claras, anteponiéndose muchas veces a la espiritualidad graduada en los fundamentos, sus normas, en conceptualismos de lo que se busca hasta encontrarlo, el pecado no tiene medida para la divinidad, pero para la humanidad sí, entonces lo más correcto es no ir donde yo no soy bienvenido, para la tranquilidad de aquellos que conforman la institución y el cuerpo de la comunidad religiosa y el apego y respeto a sus normas y creencias y de la misma manera, respetarme a mí mismo como persona individual, al evitar ser blanco de desprecios y calumnias, de estigmatizaciones que puedan dañarme externa e internamente y viceversa, al interrumpir en el derecho que tienen los demás de sus propias apreciaciones de vida. A la fiesta, sólo van los invitados. En el lenguaje político, todo puede suceder, porque no hay nada escrito y debido al manejo del lenguaje y nuevas ideas, se han llevado a cabo los grandes cambios sociales de los que hoy gozamos muchos de nosotros, entre los cambios, la libertad de expresión.

*Carlos Manuel Tejeda Ehuan (Karla Tejeda) Coordinador de Diversidad Sexual de Unidos por una Vida Digna, A.C.