NacionalReyna: una década buscando a su madre

Paginabierta19/11/2016
Reyna Elizabeth. Foto: Daniela Sánchez D.

CHONTALPA, Tab. 19 de noviembre del 2016.- Arropada con un suéter guinda para el frío y sentada sobre una repisa del parque de Comitán, Chiapas, Reyna Elizabeth cuenta sobre su mamá Irma Vicente García, a quien no ve desde hace 10 años.

“Yo era muy chica cuando ella se fue. Tenía 12 años. Me di cuenta de su desaparición un año después. Yo le preguntaba a mi abuela por ella a cada rato, y ella respondía ‘que ahí estaba’ y como ella se la pasaba mucho tiempo fuera, yo no sospeché nada…al final me dijo y así  fue como me enteré”.

Su mamá, Irma Vicente García, guatemalteca, ya había salido antes de casa, muchas veces, para ir a trabajar lejos. La última vez ese viaje tuvo como destino el vecino estado de Chiapas.

Fue a finales del año 2006. Salió de su casa ubicada en Ixcán, del departamento de Quiché para Maravilla Tenejapa, con la intención de poner un bar con una amiga guatemalteca. Pero a los tres meses su negocio fracasó.

Ya antes había intentado algo parecido en Quiché. Pero falló. Por esos años en Guatemala, se cumplían aniversarios importantes, como el de los primeros diez años de la firma del tratado de paz para terminar con la guerra civil así como el vigésimo de la instauración de un gobierno aparente democrático.

Además se avecinaban las elecciones.

Por ello el país presumía, mediáticamente, un crecimiento macroeconómico que por supuesto nunca se reflejó en las zonas rurales. Guatemala es un país rural en su mayoría, por ende, la gente nunca recibió esos beneficios y muchos hombres y mujeres tuvieron que emigrar.

Irma fue una de esas personas. Primero regresó a casa desde ese poblado chiapaneco, en marzo de 2007, triste, por su segundo intento fallido. Descansó unos días para diluir los resabios del fracaso.

Días después afiló detalles para partir a los Estados Unidos, a donde quería llegar para olvidar sus malogrados intentos empresariales. Como mucha gente estaba migrando de Ixcán, ella aprovechó la oportunidad cuando corría el mes de abril.

Por aquellos años, Ixcán era igual que ahora: un pueblo pobre. Herido, además, por los numerosos enfrentamientos de la guerra civil que asoló Guatemala y dejó, según cifras oficiales, unos 200 mil muertos.

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Caravana de madres en Estación Chontalpa. Foto: Daniela Sánchez D.

Aunque hoy empresas han llegado a Quiché, el panorama no es distinto, no hay trabajo: las cadenas que abrieron “ para mejorar la economía” se trajeron a la gente “que ya trabajaba para ellos” explica Reyna Elizabeth.

“Sólo puede uno trabajar en restaurantes y en la siembra de maíz, frijol y banano. Algunos se dedican a la pesca. Hoy Ixcán es un poco más próspero. Yo trabajo en un restaurante pero me gustaría algún día acabar por lo menos mis estudios básicos”, amplía ella, tímida.

El plan de su mamá al partir en aquella tarde de abril era trabajar de ciudad en ciudad mexicana para llegar a la frontera y cruzarla. Eso hizo. Sin embargo, cuando corría el mes de septiembre, desapareció en algún lugar Desierto de Altar, Sonora.

“Su última llamada fue en septiembre de 2007. Había estado tres meses en la cárcel. Mi abuela dice que nunca le quiso decir por qué, para no mortificarla. La última llamada fue ese día para decir que en 15 días cruzaría”.

La llamada nunca llegó.

“Tengo mucha esperanza en la Caravana”

Rodeada de música esperanzadora bajo el tenue frío de Comitán, Reyna Elizabeth relata que tiene muchas esperanzas.

—Pedí permiso en el trabajo. Pero creo que alguien llegó justo el día en que me fui. Entonces yo creo que ya estoy desempleada, je,je. Pero quiero encontrar a mi mamá”, dice ella bajo el efecto de sus ojos brillosos.

Un día después de esa charla en Comitán, Reyna llegaría a la Universidad Autónoma de Tabasco, luego de realizar una búsqueda de campo en Chontalpa, Tabasco. Ahí dejó su suéter guinda para el frío y tomó una gorra para cubrirse del sol.

Preguntó junto a otras mamás, serpenteando el terreno farragoso tabasqueño, sobre el paradero de su mamá y de sus coterráneos. Enseñó de casa en casa los enormes cuadros fotográficos que se ha colgado en el cuello.

Chontalpa es, desde el desastre que fue el huracán Stan, un paso obligado de la migración centroamericana. Tanto que la industria del secuestro recibió un gran golpe en la zona: les fue arrebatada una casa importante de seguridad, al lado de las vías, hace tres meses. Por ello, la XII Caravana “Buscamos vida en caminos de muerte”, organizada por el Movimiento Migrante Mesoamericano, decidió hacer una parada previa a la universidad para búsqueda de campo.

En la Universidad tabasqueña, ella, como las otras mamás, hermanos, sobrinos integrados a la caravana, recibió una carta de una muchacha universitaria de pelo rizado. En ella, la muchacha le escribió que “después de tanto dolor, existe siempre una recompensa”.

Fue inesperado para ella. La carta significó un bálsamo tan pronunciado como ese abrazo que recibió al recibirla.

“Cada 10 de mayo (día de las madres) yo le escribo a mi mamá una carta. Lo hago desde que se fue. Y lo sigo haciendo.”

Reyna Elizabeth quiere encontrar a su mamá para que las lea pronto.

Logran que gobierno de Tabasco revise expedientes de migrantes encarcelados

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En el diálogo que sostuvieron con funcionarios de Tabasco, las madres de la caravana “Buscamos vidas en caminos de muerte”, lograron que la autoridad tabasqueña revise nuevamente los expedientes de migrantes centroamericanos que están encarcelados.

Como muchas de esas detenciones han sido arbitrarias debidas a su situación en tránsito, se les imputan, en su mayoría de manera injusta, penas carcelarias graves.

Además, en la reunión, los funcionarios menores que fueron asignados para el diálogo, se comprometieron a revisar los casos de deportación de migrantes en riesgo, sobre todo de Honduras y El Salvador, que debieran ser considerados refugiados.

“Muchos de ellos tienen que elegir entre la incógnita de morir en el camino o de morir en el viaje…ellos prefieren lo segundo”, les informó sobre ello Martha Sánchez Soler, presidenta del Movimiento Migrante Mesoamericano.

Sánchez Soler relató el caso de una madre centroamericana a la cual pandilleros obligaron  a aceptar un sobre con dinero a cambio de su hijo. Como le compraban ropa y zapatos los pandilleros le dijeron que el chico era propiedad de la pandilla.

Sin embargo, aunque los funcionarios insistían en “la preservación de los derechos humanos”, el coordinador de la caravana, Rubén Figueroa, les recordó también que es Tabasco el segundo estado que más deporta migrantes, incluso menores de edad.

“Lo que es una realidad es que el Plan Frontera Sur ha ocasionado que ellos se pongan en manos de traficantes. 75 por ciento de los migrantes que lo hacían en el lomo del tren ahora buscan a un traficante para que los cruce” amplió Rubén Figueroa.

Por eso alertó a los funcionarios que pusieran atención al aumento de secuestros a migrantes en la ciudad de Cárdenas, ciudad en la que incluso hay un retén migratorio. Sin embargo, sobre ello Sebastián Castillo se justificó que ahí no ocurrían tantos como en Tamaulipas.

Al principio del diálogo, el subsecretario William Sebastián Castillo enfatizó mediante ese lenguaje aburrido de los funcionarios que la problemática rebasaba sus capacidades. Incluso en un momento que utilizó la palabra coadyuvar, se le apagó el micrófono.

No fue hasta la intervención de Anita Zelaya, representante de las madres salvadoreñas que los funcionarios cayeron en cuenta de la problemática que tenían enfrente y de la que sabían muy poco.

“Nosotras las madres no queremos que se olvide que aquí pasó (…) Que el crimen no es organizado, sino autorizado”, les espetó Anita Zelaya a unos funcionarios que poco pudieron decir.

Mientras ellas les hablaban del peligro que atraviesan en su tránsito por México, ellos se limitaron a responder muchas veces que el problema los rebasaba e incluso a presumir los logros de su administración como lo es el albergue de Villahermosa financiado por ACNUR.

También la vicefiscal Aureola Rodríguez Cupil, dijo que están dispuestos en Tabasco a abrir las cárceles para que en próximas caravanas las madres  busquen alguna pista de sus hijos desaparecidos.

 

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